Un puesto incómodo


GonzaloNo es fácil hacer un análisis político a distancia, se pierde una conexión importante con el personaje de a pie, la subjetividad de los medios puede interferir además con la visión que se tiene sobre la realidad, pero esta subjetividad es a la que también están expuestos los ciudadanos insertos en ella, y este motivo es quizás el más valioso para que la distancia tenga un valor importante, ya que convierte la opinión de un extranjero en un punto de vista interesante a la hora de analizar lo que ocurre en otro país, como en este caso, el de Argentina.

Desde Chile se tiene una visión particular sobre las recientes elecciones que dieron a Macri el triunfo sobre el Kircherismo, que se mantuvo por 12 años en el poder. Esta visión del país vecino está muy influenciada por los medios tradicionales, que valga la pena recordar o explicar, pertenecen a un mismo conglomerado, todos de corte centro derecha y derecha, por lo que hay que ser cuidadoso al leerlos y sacar conclusiones. El ejercicio entonces fue leer medios nacionales, extranjeros y observar, sin preguntar, cómo se desarrollaban los debates políticos y ciudadanos.

El primer juicio, que siempre es el más fácil, se refiere al lado positivo de la alternancia en el poder, ya que el estancamiento de un sector o de alguna persona, suele traer más dificultades que beneficios, creando un ambiente propicio para la aparición de malas prácticas, no necesariamente de sus autoridades más importantes, pero sí de los mandos medios y bajos, quienes ven en el tiempo “oportunidades de negocios”, abusos de poder y una comodidad que entorpece el fluir de la administración. Algo muy parecido a lo que ocurre con el agua estancada.

Después de esta rápida mirada, hay que comenzar a analizar cuál será el nuevo ambiente, que parece ser bastante hostil para Macri, ya que cuenta con una mayoría en contra en el Congreso, lo que significará que cualquier movimiento brusco a la derecha pueda terminar en un nuevo quiebre institucional para el país, aspecto que esperamos no se produzca, y que sea la madurez política la que reine y conduzca el actuar de ambos sectores.

El presidente electo no solo tendrá un congreso en su mayoría opositor, sino que además deberá demostrar que no es el presidente de la derecha, sino que como él mismo se ha autodenominado, un candidato más bien transversal, con algunos grupos importantes del peronismo apoyándolo, desde gobernadores hasta grupos sindicales, quienes estarán desde hoy muy alertas y atentos a su actuar.

Un cuarto punto interesante a rescatar es el llamado voto de castigo, que se puede desprender del último punto, donde no necesariamente quienes votaron a Macri lo hicieron por él, sino en contra del actual gobierno de Cristina Fernandez, quienes debido a una seguidilla de errores en la administración y problemas de liderazgo, terminaron quitándole la popularidad que en algún momento tuvo, algo muy parecido a lo que hoy pasa en Chile con el gobierno de Michelle Bachelet, y también fue lo que pasó cuando Sebastián Piñera fue electo. Hago esta comparación porque fue este último el que estuvo en la misma situación que hoy vive Argentina, un presidente que salía electo porque los votantes castigaron a la Concertación de ese tiempo, y que finalmente estando en el poder, no pudo generar la adherencia necesaria para mantener su curso, lo que terminó en un nuevo fracaso para la derecha, entendiendo a través de los votos, que el castigo había terminado y volvían a su senda de izquierda y centro izquierda, que hoy vuelve a estar en duda.

Otro factor interesante es el de los jóvenes, quienes mundialmente muestran un comportamiento similar, alejándose cada día de los referentes que se entienden por derecha o izquierda, buscando nuevas alternativas de representación, lo que supo aprovechar Macri, con una campaña que involucraba a distintos sectores políticos con la promesa de un verdadero cambio.

La historia comienza a tejerse nuevamente y como siempre, no se viene nada fácil. El país está fragmentado, izquierda, derecha y los que se cansaron de ambas formas de visión política. El poder está dividido y serán el equilibrio y la armonía las armas más importantes que necesitará el nuevo gobierno para trabajar delicadamente cada una de sus posturas y proyectos, una necesidad de transformarse en un cirujano del acontecer nacional, en el que cualquier error puede costarle muy caro, no solo a él, sino a todo su país, lo que desde ya se ve como un intenso debate interno, partiendo con su vicepresidenta, quien claramente representa una visión mucho más extrema, que será un detonador peligroso en su propio núcleo.

Por último recordar que junto a Horacio Cartes (Paraguay), serán los únicos presidentes del continente que representen a la centro derecha, lo que pondrá especial atención, sobre todo en la relación con los presidentes más duros en juicio internacional, como lo son Evo Morales (Bolivia) y Nicolás Maduro (Venezuela), donde también deberá afirmarse y demostrar lo que hasta hoy promete.

Un puesto incómodo que puede llegar a ser cómodo, dependiendo de su delicado manejo, una nueva oposición que se va con tarea para la casa, partiendo con una importante autocrítica, para reformularse, reagruparse y replantearse ante la ciudadanía. El trabajo entonces será duro para ambos sectores y delicado para una nueva generación que viene con más fuerza y decisión que las anteriores, con ganas no solo de participar, sino también de hacerse cargo.

Afirmarse entonces hasta que pase el temblor, y esperar que el cambio traiga frutos positivos y de aprendizaje para todos los involucrados, sin importar quien esté a cargo, asumiendo responsabilidades como ciudadano y como persona.