Un peso pesado sale de gira


Claudio Gabis, de paso por Argentina, analiza su extensa carrera

El guitarrista y compositor de Manal y La Pesada del Rock and Roll radicado en Madrid desde 1989, vuelve a su tierra en el marco de una intensísima gira. Se trata de un raid de 24 conciertos  en 9 provincias a los cuales se le suman clínicas, firmas de libros y otras actividades. Da detalles de su actividad como músico, docente y hombre de radio. Reflexiona acerca del legado que dejaron sus dos grupos insignia y, asimismo, del papel que actualmente cumplen los artistas de su generación. Sin ponerse nostálgico, no cierra la puerta a posibles reuniones coyunturales y adelanta que habrá material en vivo de Manal “de próxima edición”.

Claudio Gabis
Claudio Gabis

Atendido por sus propios dueños
Hay que tener ganas de salir de gira a los 67 años y, además, producir de manera autogestiva cada una de las actividades. No es para cualquiera: son meses de planificación y miles de kilómetros por recorrer casi sin descanso entre show y show. En el medio se suceden contratiempos y cambios de planes. Evidentemente, toda esta situación nos habla de una serie de constantes a lo largo de la carrera de Claudio Gabis: toma de riesgos, diversificación de actividades y búsqueda de nuevos caminos de difusión y expresión.

Nos encontramos en un café de Caballito, a metros de Avenida Rivadavia. El guitarrista recién comienza la serie de presentaciones, sin embargo, un alfiler de gancho adjunta a su sweater una pequeña brújula esférica que utiliza “para no extraviarse”. Mientras ordenamos, nos cuenta que estuvo invitado a la reapertura de la casa de Victoria Ocampo en Barrio Parque y que del evento participaron íconos de la vanguardia artística de los 60 como Marta Minujín. El músico recuerda que el Instituto Di Tella, si bien les abrió las puertas a los primeros grupos de rock, en un principio catalogó sus actuaciones como “performances teatrales”. En otras palabras: ni los pilares de la contracultura de los sesenta se “jugaron” por identificarlos como auténticas expresiones musicales. Varias décadas más acá, la historia continúa y en este momento, lo primordial son un sinfín de conciertos.

Esta gira federal cuenta con la particularidad de recorrer varias provincias y, especialmente, ciudades que distan de ser las cabeceras de las mismas. Tal es el caso de Villa Constitución, Salto o General Pico, por mencionar ejemplos ¿Qué te llevó a hacerla?
Vivo en Madrid desde finales del siglo pasado, más precisamente, del año 1989. Desde ese momento congelé el vínculo laboral con Argentina y, de cierta manera, lo reavivé con un disco de 1996 llamado Convocatoria. El material se editó aquí y en Estados Unidos a través de Warner Latina. El álbum involucraba el proyecto de actuar aquí y retornar al mercado argentino: no funcionó, debido a que no obtuvo gran repercusión. Convocatoria es bueno, mucha gente lo tiene y lo conoce pero, en ese momento, no tuvo la circulación que yo esperaba y apenas si lo presenté un par de veces.

Contó con invitados como Charly García, Fito Páez, Ricardo Tapia: toda una primera plana del rock.
Exacto. Ese disco no tuvo el apoyo que necesitaba tener en un medio que estaba muy saturado. Luego de un largo interregno, en 2006, en el marco de un acto oficial en Madrid caen Néstor Kirchner y toda su comitiva. Me lo presenta su por aquel entonces Jefe de Gabinete, Alberto Fernández y en el propio acto, delante de varios periodistas me invita a tocar en el Salón Blanco de la Casa Rosada. Me cuentan que se trata de un ciclo y me explican muy oportunamente que intentan que el mismo no tenga connotaciones políticas. Es por este motivo que acepto y lo pauto para marzo de 2007. A partir de dicho concierto tengo un encuentro con una serie de compañeros de ruta y me estimula para volver a tocar aquí.

¿Con quiénes, particularmente?
Con León Gieco, Ricardo Tapia, Leo Sujatovich… Gente que me acompaña y le da cierta relevancia al concierto. De allí me vienen ganas de reconstruir y de armar una rutina de venir a la Argentina y tocar un par de veces, tanto en shows míos como con algún otro colega a modo de colaboración. Alrededor de 2010 se da la posibilidad de tocar en el pub de Ramos Mejía Mr Jones (N. de la R: una verdadera referencia de blues a nivel nacional). Desde ese momento, Mr Jones se convierte en la cabecera de playa a partir de la cual surgen otros conciertos. Al año siguiente vuelvo y esos tres o cuatro lugares que  se convierten en siete u ocho. Luego abro un eje en Entre Ríos y otro en la Patagonia para ir configurando una especie de trama. Voy repitiendo lugares, muchos de ellos “pequeñas” ciudades que no son capitales pero que me reciben una y otra vez hasta configurar giras con hasta 26 conciertos a lo largo de casi dos meses. En esta gira recorro mucho: sumo algo del noroeste e intento comprimir las fechas de modo tal que queden pocos espacios entre una y otra. Todo esto, más allá de los contratiempos y dificultades que implica, tiene algo de excitación, adrenalina y aventura de ruta. Por otra parte, si bien cuento con gente que me ayuda, yo soy el encargado de armar y gestionar la gira. Esto de “hágalo usted mismo” me da cierta libertad porque me permite tomar ciertas decisiones que podría tomar un representante por mí. Esto es una especie de “atendido por sus propios dueños” (risas).

Legados y reencuentros
Durante los últimos años, la generación pionera del rock argentino gozó de buena salud y aún continúa con actividad plena. Quizá una de las figuras clave para entender esta fuerza es Rodolfo García, quien fuese baterista de Almendra, Aquelarre y varios proyectos de Spinetta, entre los cuales se encuentra Los Amigo, álbum póstumo del Flaco. García está a cargo de la programación de La Perla Bar, mítico local de Once en donde se compuso La Balsa, considerada la primera obra de rock autóctona. Aunque devenido espacio gastronómico aggiornado, La Perla brilla con actuaciones de Kubero Díaz, Eduardo Frezza, Javier Martínez, Alejandro Medina, Emilio Del Guercio, Claudia Puyó, Cristina Dall y tantos otros. Por otra parte, el baterista de largos cabellos plateados, estuvo a cargo de la programación musical del ECUNHI y luego -durante un breve lapso- quedó a cargo de la Secretaría de Arte del Ministerio de Cultura de la Nación bajo las órdenes de Teresa Parodi. Desde esas filas organizó conciertos, ciclos y actividades varias que tuvieron como objetivo revalorizar y recuperar el legado de las generaciones rockeras de los sesenta y los setenta. Desde ya, no fue el único activo sino que su coordinación coincidió con una necesidad genuina y generalizada por parte de varios de los referentes de aquel movimiento y, asimismo, con cierto reconocimiento que éste tuvo por parte de distintas áreas del Estado.

Acabás de participar de un documental acerca de La Pesada del Rock and Roll ¿Qué nos podés adelantar? Quizá debiera inscribirse en toda una serie de documentales y producciones audiovisuales que parecieran ser muy consientes con el hecho de recuperar las voces de tu generación. Me refiero a Blues de los Plomos o Pescado Rabioso, una utopía incurable”, entre otros ¿Creés que es así?
No tengo mucho para contarte del documental de La Pesada, son chicos y chicas que tienen una organización cultural en Caballito Oeste. Están filmando distintos materiales con la clarísima intención de documentar la gesta fundacional (risas).  Efectivamente, hay una especie de sensación de que fue algo épico: en algún sentido lo fue. Quienes me hicieron el reportaje son gente de tu edad: casi no superan los treinta años. Hay una recuperación por parte de las nuevas generaciones de un momento que consideran valioso e intenso. En ese entonces se hizo algo que pareciera que es importante retomar ahora. Te voy a contar lo que siento, con la salvedad de venir de alguien que no vive aquí y no tiene el día a día. Este lugar que se le permite al rock de mi generación no es solamente vintage ni “érase una vez” ni esas cosas que vimos del tipo “Buenos Aires 1930…”  “Los muchachos no usaban gomina” o “¿Te acordás, hermano?”. Hay una curiosa vigencia que dicho movimiento ha tenido: ha conseguido ser actual, tiene una razón de ser diferente a lo que ocurrió con el tango que, en ese momento, era una música del pasado. El tipo que estaba revolucionando el tango, Astor Piazzolla, era negado por sus iguales. Decían que no venía a salvar al tango sino a destruirlo. Había una identificación total con el pasado: yo no siento eso con el rock. De pronto, yo soy recibido, toco, hago charlas y reportajes. Soy un testigo y miembro de un movimiento que todavía ocupa un lugar que no es una reliquia. No me considero un dinosaurio o un museo ambulante sino que hago mi música. Es un fenómeno muy raro del rock, no solo de Argentina. ¡No sé cuánto va a durar porque mayoritariamente somos carcamanes! Miro una foto de los Stones y hacen hincapié en mostrarse con la edad que tienen, gerontes, pero son tipos de hoy. Mueven a los chicos también. Gilmour toca ante 65.000 personas: eso no es el Café Tortoni, son cuatro o cinco generaciones juntas.

Sos un representante doble de dos movimientos que se tiran centros y van de la mano pero tienen identidades propias. Representás al rock pero también al blues en castellano. Venís de dar una charla en la Escuela de Blues, dirigida por Gabriel Grätzer. Allí hay un encuentro intergeneracional ¿Qué impresiones sacás a partir del diálogo con esta generación que cuenta con herramientas con las que ustedes no contaron?
Que haya una escuela de blues y gente como Grätzer y varios otros dedicados ya al género es algo que era absolutamente imposible de concebir cuando nosotros nos lanzamos a hacer música negra. Si vos decías “blues en castellano” en aquél momento, carecía absolutamente de sentido. Hoy en día, lo tiene. Cuando falleció BB King, la señora de la verdulería me dice: “¿Viste que murió el gordo? ¿Qué gordo? B.B King…” Que B.B King, cuanto menos a través de la noticia de su muerte, fuese un personaje accesible al común de la población era inconcebible: imaginate una escuela de blues. El blues argentino se ha ido desarrollado en diferentes frentes. Se intenta continuar y mantener una estética y los recursos que utilizamos nosotros para lograr un blues autóctono. Todo esto entre comillas: el blues es autóctono del delta del Mississippi. Tomamos algunos elementos y los fusionamos con otros nuestros.

Va más por el lado de la poesía y la lírica…
Sí, y también con varias coincidencias en el origen social del blues y del tango. Surgen en una época parecida, en los bajos fondos, con características portuarias. Son manifestaciones de la vida y los sentimientos humanos en ambientes muy marginales: los puertos, los prostíbulos, lo lumpen. No me refiero al lumpenproletariado sino la marginalidad, la delincuencia, etc. Sumemos eso a las tres personalidades muy distintas del Negro, Javier y yo forjadas en ámbitos muy distintos pero que en conjunto totalizaban una especie de mosaico. La diversidad porteña hace que la temática literaria abarque muchas cosas desde el amor por la ciudad y la localización de paisajes concretos y una forma de expresión: un lenguaje propio, palabras de aquí y una forma de nombrar a las cosas que son nuestras. Esto no ha tenido gran continuación. Aquel logro, fue fruto de una investigación. Sin ir más lejos, Javier se tomó el trabajo de investigar la fonética del inglés en pos de adaptarla al castellano. Cuando hablaba en la Escuela de Blues, decía que no debemos considerar al blues como una música “africana”. El blues surge en los Estados Unidos por gente que ya vivía allí hace cientos de años. Le preguntaba a un flaco:
– ¿De qué orígen sos?
–        Genovés.
–        ¿Fuiste alguna vez a Génova?
–        No.
–        ¿Tenés idea de cómo es Génova, etc?
–        No.
–        Entonces… sos argentino (risas)

Como veníamos diciendo, Manal surge de una investigación y además tenía un acento de aquí. Si lo escucha un estadounidense lo consideran “música latina”. Lo mismo le sucedió al Gato Barbieri. Estas circunstancias muy especiales fueron muy difíciles de seguir.

Cuando The Police se junta hace algunos años, en una entrevista, Stewart Copeland reconoce que, pasados pocos minutos del primer ensayo, los músicos recordaron por qué se habían separado ¿Le pasó eso a Manal cada vez que volvió?
No lo podría resumir mejor, está perfectamente expresado. A los diez minutos estaba clarísimo por qué no podíamos estar juntos. Podemos hacer un show pero ¿hasta qué punto? Lo que el tiempo y la distancia exacerbaron -nuestras identidades e independencias- dejó claro que, podemos juntarnos si alguien nos junta: por voluntad propia no lo podemos hacer. Esto se debe al hecho de que no somos un grupo ni tenemos una voluntad de grupo. Cuando la tuvimos fue porque estábamos aglutinados por una misma intención y un mismo gusto musical: por una misma visión y misión vinculada a la difusión de esa música. Vencida aquella época, cada uno está mucho mejor en su propio camino.

El último regreso de Manal fue muy inesperado y se gestó en un ámbito muy cuidado, íntimo y hasta secreto: la inauguración de Red House, el club de blues y jazz del “Corcho” Rodríguez ¿Por qué se realizó de “espaldas al gran público”? ¿Se va a editar la grabación de dicho show?
No se si “no da” hacer un concierto, simplemente, no se ha planteado concretamente. No depende de nosotros por lo que te acabo de comentar: somos tres personas que respondemos a alguien que nos convoque, si parte, partirá del “Corcho”. Por otra parte, creo que el show será editado pronto: se está completando el material que lo acompaña. Se trata de una edición multimedia que incluye varios Cds y algunos otros objetos.

En las redes sociales reapareció Billy Bond arengando en pos de realizar un concierto multitudinario en la 9 de Julio con La Pesada del Rock and Roll. Es más: hasta habría tenido el beneplácito de Rodolfo García, quien estuvo  a cargo de la Dirección de Arte del Ministerio de Cultura de la Nación ¿Cuánto de eso estuvo -o está- por concretarse
No lo sé. Esa intención del gran concierto, libre y gratis es una idea del Mondo desde hace como siete años. Cada año tiene una época de floración todo aquello. En este caso, sí, estaba involucrado Rodolfo. Quizá lo hable con Billy, lo veré en unos días o en San Pablo: de aquí estaré algún tiempo en Brasil. Viví 13 años en ese país: es más, la mayor parte de los músicos que se fueron, lo hicieron después de mí y porque me había ido. Creo que fui punta de lanza de un éxodo a Brasil, un país lindo con una Dictadura que se estaba ablandando: uno podía pasar más desapercibido que aquí. Más allá de todo, yo creo que sería lindo una vuelta de La Pesada. Al menos una pequeña vuelta si no se puede una grande. No la veo muy próxima, lo hablaré con Billy: no sé si se avanzó o no.

Desde hace varios años hacés un programa de radio en Madrid llamado La Cofradía del Blues ¿En qué consiste?
La radio siempre me apasionó. Tuve un micro en los años 80 junto a Alfredo Rosso en Radio Rivadavia en el marco de un programa de Graciela Mancuso. Se llamaba Guitarristas del Mundo o algo por el estilo. Te hablo del 86 al 88 aproximadamente. Luego no tuve contacto directo con programas de radio. Hace 8-9 años en España me incorporé a Demoliendo teles,  un programa de una emisora cultural de Madrid que pertenece a una institución muy prestigiosa: el Círculo de Bellas Artes. Demoliendo Teles se orientó a difundir cultura argentina y tenía una pata fuerte en el rock pero no era exclusivamente de rock. Su conductor regresó al país, entonces, propuse hacer un programa de blues. Felizmente, aceptaron y decidí dedicarme al blues y a la música negra en todas sus formas. Por supuesto tiene espacio el blues en castellano, el jazz, etc ¡Me encanta la radio! Hago reportajes, monográficos, actuaciones en el estudio con invitados y me permite dedicarle un espacio a una música que me apasiona y con el placer de hacerlo en un lugar muy interesante como Radio El Círculo. Dicho espacio está vinculado a la denominada Generación del 27 en donde varios artistas españoles y extranjeros se reunían. Es un espacio independiente que no está comprometido con grupos políticos específicos.

Me imagino que cada vez que un músico argentino anda por ahí, lo invitás…
Más si tiene que ver con el género: recientemente estuvo Cristina Dall. Cuando va un argentino que está en el palo -en el palo amplio, no sólo en el blues-, lo invito al programa.

Recién hablábamos de las postales urbanas que pintó Manal. LA imágen es, sin duda alguna, Avellaneda Blues. Contanos cómo surgió el mini documental pensado por Jorge Senno en donde le narrás cómo fue el proceso de composición de este tema tan emblemático. Por otro lado, notamos cierta obsesión: te sacás fotos junto a puentes en cada ciudad que visitás…
Surgió en el marco de un concierto llamado Avellaneda Blues realizado en dicha ciudad en el año 2013. Se armó una gran banda de rock con muchos invitados y la sinfónica de Avellaneda. Mandé a hacer las orquestaciones para interpretar a la orquesta. Convoqué a los músicos, entre ellos, a León Gieco. En el medio se produjeron esas inundaciones y el concierto estuvo por suspenderse. Sin embargo, decidimos hacerlo a beneficio de los miles de argentinos damnificados. Los salvamos porque no era “pachanga”, no  se trataba de un concierto festivo sino de uno más o menos serio -dentro de lo serio que podemos ser. Lo reconvertimos en vistas de ayudar. Asistieron unas diez mil personas. Se trató de una convocatoria muy poco habitual: es algo que yo puedo ejercer, no todos pueden convocar a tantos artistas. Por insistencia mía se realizó el mini documental en donde yo narro mi vínculo estético-afectivo-inspiratorio con Avellaneda: mi amor por los trenes, las industrias y los puentes. Elegí al puente como un elemento de unión, pero, principalmente como leimotiv. De pronto me di cuenta que me gustaba sacarme fotos con puentes: era un motivo interesante para hacer una serie de fotos. Trato de acercarme a puentes con historia, que tengan un vínculo con el lugar. Es un souvenir con significado. En el documental pude expresar mis sentimientos hacia esa geografía. Se trata de algo que comparte conmigo Jorge Senno y algo que compartía conmigo Javier, un tipo sensible con esta clase de ambientes. Por eso nace Avellaneda Blues: el único tema que compusimos juntos.

¿Proyectos? ¿Desafíos?
Tengo el proyecto permanente de editar material nuevo. Como no tengo ni sello ni grabadora interesada ni una urgencia personal por hacerlo, nadie me corre. Ya vengo tocando parte de este material, acabo de hacer una versión blusera de Cambalache, me pareció que era perfecta: excede totalmente los límites de un género.  La gente -especialmente aquellos que no son músicos- piensa que todo esto de girar es divertido. Puede que sea entretenido, interesante, enriquecedor, pero no divertido. Hay mucho esfuerzo, hay poco dormir, mucho viaje y siempre, algún contratiempo. Las giras son maratónicas y cansadoras: la vida misma es un desafío.