Un instante antes…


El ser humano que pierde la lealtad pierde la vida
Francisco Garzón Céspedes.

 

“¿Ha visto girar la tierra? ¿Quisieras verla girar?, vaya el jueves y hasta nueva orden, los jueves siguientes de diez a doce de la mañana, al Panteón. En él se pone en práctica el magnífico experimento imaginado por León Foucault, ante el público en las mejores condiciones del mundo, y el péndulo suspendido de la cúpula de Soufflot muestra ante todos los ojos el movimiento rotatorio de nuestro planeta.” Jean-Baptiste Terrien, periodista científico para Le National, París, marzo de 1851.

Gracias a la “preocupación por las ciencias” mostrada por Luis Napoleón Bonaparte, el experimento se llevó a cabo con premura en París. Desde la majestuosa cúpula del Panteón, colgó un péndulo de un cable de acero para demostrar visualmente que Copérnico y Galileo tenían razón; ellos sostenían que la tierra no está en el centro del mundo, sino que gira alrededor del sol y por supuesto sobre sí misma.

Foucault relató cuando vio girar el péndulo: “el fenómeno se desarrolla con tranquilidad, es fatal, irresistible”. Y he aquí el “arte” de León… Hasta ese momento la comunidad científica estuvo convencida de que la naturaleza del cielo corresponde al marco copernicano. Nuestro mundo es heliocéntrico, nuestra tierra gira al rededor del sol ,y sobre sí misma, por lo que el péndulo de Foucault no tiene ninguna necesidad de demostrar ésta rotación axial, pero aquí radica su originalidad, es este un experimento “interno”, lo que quiere decir que sólo moviliza los elementos terrestres para saber si la tierra gira sobre sí misma en veinticuatro horas. Se entiende que esta fue una demostración simple, directa y sobre todo popular.

Recordemos el contexto histórico: en ese momento el siglo estaba marcado por un fuerte movimiento anticlerical, que va unido a la voluntad de garantizar autonomía de reflexión y de investigación a la ciencia y a sus desarrollos. Fue 1791 cuando la Asamblea Constituyente decidió transformar la iglesia de Sainte-Geneviere en el Panteón francés, momumento laico consagrado a albergar el recuerdo de los grandes hombres de la patria. En 1806 Napoleón lo restituye al culto católico. En 1830 vuelve a ser Panteón y luego iglesia de Sainte-Geneviere y en 1848 la Asamble Constituyente lo nombra Panteón otra vez.

Cuando en 1902 se hace la versión solemne del péndulo en el panteón, los medios de prensa publicaron: el hombre ya no es el rey en un mundo cuyos límites se estrechaban en torno a él, debido a la cortedad de pensamiento, ahora es ciudadano del cielo”.

Hay en este experimento una lección astronómica, filosófica y social. Cuando uno ve la majestuosidad del Péndulo colgar de la cúpula del Panteón, como tuve la suerte de verlo yo, uno se imagina a Galileo.

Me emociona la ciencia, la creo un arte, porque lograr ver este experimento materializado, más allá de las reglas y leyes matemáticas, demuestra que es unas de las más importantes revoluciones morales que se llevó a cabo en al historia de la humanidad.

Y en honor a la verdad, hace un tiempo que esta periodista se siente rendida ante los “encantos” de los leales. Esos héroes exquisitos que existen, y que cambian la atmósfera para que uno recuerde ese instante antes, ese, en que no comprendíamos que el amor es lealtad.

Esa obligación no definida, esa mirada interna que materializa lo más esencial del ser humano, que requiere de un estado de conciencia superior, de evolución y de una fuerza implacable e irreversible, se llama Lealtad.

Las personas leales giran sobre sí mismas y alrededor de los demás. No es fácil ser leal, pero es la única posibilidad de convertirnos en seres humanos, y si llegamos a caer en el encanto de ser parte de ese “experimento” superior, se tiene total conciencia que cuando se deja de ser leal se pierde la vida.

Ser leal es una experiencia similar al experimento de Foucault. Poder dejar el egoísmo de lado, y entender la superioridad de pensamiento de evolución, para comprender que no somos sin el otro.

Entender al otro por cómo es. Querer al otro por lo que es, como es, de dónde es, y por qué ES.

Gracias por el tiempo y que disfruten de la partida.

Luciana Mazza Toimil