Tolerancia, la puta de moda


Tolerancia, la puta de moda

No hay persona que no la use, se acuestan con ella por necesidad, la pasean en sus bocas como cachorro con su presa sólo cuando les conviene; la llaman cuando están calientes, pero a nadie le interesa realmente comprometerse con ella porque no tiene valor, porque no la entienden o simplemente no les interesa, la usan como adorno ya que se ve bonita y suena bien cuando quieren defender sus puntos de vista, pero luego la usa otro y pierde de inmediato su ínfimo respeto. Así de manoseada se encuentra esta palabra, una moda con la que todos quieren aparecer en las fotos pero que nadie usa por su verdadero significado, el que dice según la Real Academia Española: “Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.” Hablan de tolerancia los partidos políticos de izquierda y derecha para hacer valer sus puntos de vista y sus pensamientos más profundos, pero si otro no comparte sus opiniones pueden pedir hasta su muerte a través de redes sociales y medios por los cuales se esconden sin dar la cara. Crean campañas para que sea expulsado del lugar donde trabaja, “funas” y tantas otras manifestaciones de odio irracional, odio que busca dañar por el solo hecho de pensar distinto. Predican sobre la tolerancia criticando a contrarios sin centrarse en su mal actuar, en el caso que exista, sino en su sexo, color de piel, estrato socioeconómico, peso o cualquier problema físico que la persona pueda tener. Luego de estas falacias, emiten un juicio del tono infantil: “¿Y como él hace lo mismo?” Ojo por ojo y el mundo quedará ciego decía Gandhi. Hablan de tolerancia los jóvenes con su música, diciendo que no son valorados sus estilos ni comprendidos sus mensajes, lloran y critican a todo quien no los acepte, pero entre ellos se dan vuelta para tratar de flaite a quien escucha reggaeton, gozan con el bullyng al que someten en público y privado a niños que escuchan a Justin Bieber. Tan poco les importa realmente la tolerancia, que hay casos de suicidios entre estos últimos niños como se pudo ver en los noticieros no hace mucho. Estas personas son las que hablan de “tolerancia, respeto y diversidad”, los mismos términos que usan para defender a las minorías sexuales, y levantan banderas para marchar con ellos por las calles, pero que después rien a carcajadas cuando los humoristas usan estas características para sus exitosas rutinas, y “exitosas” porque el público disfruta de esta burla, los mismos que defendían y criticaban marchando luego se contradicen diciendo que no hay que ser “tan grave”, los mismos que despuén en la calle se dan codazos para reirse de otros, por cualquier estúpida razón. Al rato y cuando les conviene, vuelven a hablar de tolerancia, a esta palabra vacía sin contenido, casi como un modismo. También las religiones hablan de tolerancia entre la sociedad, religiones que discriminan por orientación sexual y hacen seminarios en universidades vendiendo libros sobre como sanar esta “enfermedad”. Religiones que jamás entregarán la libertad a la mujer para decidir abortar bajo ninguna condición, llegando a decir que si las violaron, fue porque así un dios lo quiso. Ellos hablan de tolerancia como los que exigen respeto cuando dan sus ideas, pero si alguien los critica te transformas de inmediato en un comunista/fascista que hay que eliminar, un parásito para la sociedad, un flojo, hippie, roto, cuico, pobre o millonario, abusador, etc. Después piden libertad de expresión para todos, sin respeto, sin ley, porque acá solo importa que lo respeten a uno, los demás “pal carajo”. Se habla muy facilmente de tolerancia, pero la olvidan al subirse al auto, porque si te demoraste más de un segundo en un semáforo con luz verde, mereces ser insultado a viva voz. Mención aparte merece el público en los estadios, sobre todo cuando juegan entre países latinoamericanos, estadios que se transforman en un centro recreacional para nazis frustrados, donde el insulto al equipo contrario parte en su color de piel para terminar recordándoles los hechos más crueles que el rival haya sufrido, con el solo fin de sentirse superior por un momento, ¿no les suena esto conocido de un bigotudo en la Segunda Guerra Mundial, con aires de grandeza y delirio total? Escribo esto para que abramos los ojos como sociedad, como seres humanos que pasamos predicando sobre una nueva generación que va a cambiar todo, pero que sin embargo, está cometiendo los mismos viejos errores. Tengo amigos de derecha y de izquierda, y eso no me convierte en un esquizofrénico como pretenden creer algunos, los que claramente tienen un problema mayor al hablar de: “Jamás me sentaría en la misma mesa con un…” Tengo amigos creyentes y otros ateos, lo que no me convierte ni en opus dei ni en el anticristo. Puede causar risa, pero lamentablemente es el reflejo de una sociedad cada día más extremista, que no tiene tonalidades, eres blanco o negro, y lo que exista entremedio no existe, por lo que no merece ser respetado. Respeta para que te respeten, abre los ojos y reflexiona, no cometas estos absurdos errores, no vivas en una falacia, en una sociedad enferma e indolente, que merece ser sanada, no por los que caen en este juego, sino por los que sufren esta crueldad, los más débiles, los que quedan en el fondo, los que no se atreven a dar una opinión en un mar de perros salvajes que buscan cómo desgarrar al primero que opine, al primero que tenga voz propia. Señores, se han transformado en lo que critican. Y vuelvo a ti Tolerancia; te respetan menos que a una puta vieja, te propongo cambies de nombre para buscar nueva suerte, yo te llamo ahora Hipocresía.   Autor Gonzalo Larenas Crichton info@medioslentos.com Twitter: @GonzaloLarenas