“Tenés el deber de darte placer”


“Tenés el deber de darte placer”

Hugo Arana es actor, actualmente trabaja en Para vestir santos, el unitario que protagoniza junto a Gabriela Toscano, Celeste Cid y Griselda Siciliani por canal 13 y los fines de semana recorre el país presentando “Baraka”, obra de teatro que interpreta junto a Darío Grandinetti, Juan Leyrado y Jorge Marrale.Arana es un tipo simple, alegre, educado. Arana sigue buscando a Arana, no tiene tiempo para interpretar otros “papeles”, despoja a la soberbia, la hace pasar de moda, Arana es un grande, da placer verlo auto interpretarse en este reportaje.¿Qué relación tiene la actuación con los placeres, con los “gustos”? Bueno, tengo que decir que cuando hablo de la profesión de actor me remito siempre a la comida. Esto lo he practicado con jóvenes actores y actrices en sus formaciones como actores. Y siempre he dicho: “Mirá, al oficio lo tenés que hacer, no te preocupes por la pantallita del televisor porque no te va a enseñar nada. No es que tenés el deber de tener un buen oficio, lo que tenés es el deber de darte placer. Ese es el deber”. Y con la comida pasa lo mismo, hay que darle placer al paladar. El hecho de poder aprender poniendo un poquito menos de pimienta o más orégano es el placer de la prueba y el error, corregir para el placer del paladar, esto es la profesión, siempre lo he dicho así.Cuando uno es niño : explora, ¿lo mismo se hace en  la actuación? ¿ quizás  esto es igual a despejarnos de lo cultural y ver el deseo propio?Yo creo que mamamos, nos preñamos, recibimos, hasta la pubertad. Después empezás a pensar, “¿qué hago yo con ese material, cómo combino?”, pero no sé si uno adquiere muchas más cosas tan profundas como esa, creo que esas son esenciales desde el vientre materno, desde que algo empezó a crecer. Creo que somos eso, después uno combina, y esa es otra cosa que yo quiero de la profesión: que uno es un eterno niño jugando.Un niño es sabio, un niño está en armonía, todavía no empezó a parecerse a nosotros (risas), después nos convertimos en esto, sacamos conclusiones, decidimos, damos sentencia, sabemos lo que está mal, lo que está bien. Pero un niño, y sobre todo por la conexión afectiva que tiene, cuando tiene que llorar, llora, cuando se ríe, se ríe (lo enfatiza), no está pensando “el mes que viene tengo que pagar el gas”, no. Está pleno, está entero.Vinicius de Moraes decía que la cocina es un arte efímero, esto lo relaciono con lo que dijiste al principio de los placeres, la memoria emotiva, y también lo relaciono con Miguel Brascó, que dice que no existen ni los vinos ni las botellas sino los momentos…Pero es que ese es el momento (enfatiza exultante) donde lo afectivo está unido: un momento a favor a un momento extraño, a un momento desagradable. El sabor queda ahí. Uno dice siempre: si vas a un velorio no te pongas perfume porque lo más probable es que ése perfume te quede unido al velorio, a algo macabro, a algo doloroso, a la muerte… andá limpito… porque tiene que ver con el momento emotivo… uno es eso. Yo creo que uno es lo que acumuló hasta los diez u once años, no más. Después, qué hace uno con eso, cómo combina uno ese material que llegó desde el intelecto hasta lo emocional, y sobre todo lo afectivo. Está en cada uno, y en inevitable tener tropiezos.La cocina de Arana¿Cómo era la “cocina” de su infancia?Nosotros nos criamos muy humildemente. Vivíamos los cinco integrantes de mi familia en una pieza. Mi padre era peón de campo y cuando tuvieron que venir a la ciudad, dado que no tenía oficio, hacía lo que podía. Mi mamá era modista, cosía para el barrio. Pero los 3 hermanos, mi hermano, mi hermana y yo, fuimos al colegio, comimos todos los días. Y la comida para mi jamás fue una dificultad. Yo aprendí a comer de todo. Nunca pude comprender eso de: “No… a mi el arroz no me gusta”, y pienso… “se pierde del arroz”. No he tenido problemas con las verduras, con los mariscos – algo que no comí de joven porque en mi casa el pescado no existía-, con la carnaza, sotillo o hueso para hacer un puchero. Y así, mi relación con la comida siempre ha sido placentera.¿Cuál es el olor o sabor que te remonta a la infancia?El olor del durazno y los buñuelos, los panqueques, las cosas que mi madre hacía y eran nuestros placeres infinitos. Nuestro postre era el arroz con leche. Mi padre hacía una fuente, lo hacía él, con canelita arriba, y ponía la fuente en la mesa, y con su cuchara hacía 5 divisiones a rayas en la fuente… (se emociona, toma una bocana de aire que le infla el pecho, mirando siempre fijo al periodista y sigue), y comíamos cada uno su porción de la fuente. Entonces el arroz con leche me remonta a esos recuerdos.¿Cuando se hará especial ese sabor en cada uno de nosotros?Y yo creo que el sabor es especial porque uno lo probó en un momento fuerte afectivo. Los actores sabemos de eso, nuestros ejercicios de memoria emotiva tienen que ver con eso, con la memoria sensorial. Es decir, cuando uno prueba un sabor, y ese sabor cae en un instante donde el mundo amoroso está presente, ese sabor queda… es eso. No es que la química del paladar decide, por el contrario. Por ejemplo, si un chico está comiendo una naranja y tenía prohibido comerla, y justo cuando está comiéndola la madre le pega una paliza, es muy probable que la naranja quede unida a algo rechazable, porque está unida a un desamor. Estos son los sabores. No creo que haya otros.No es una cuestión ni matemática ni química, no es una cuestión de “con tal saliva, tal sabor, da placer”. Si da placer está unido a un hecho emocional seguro, a un hecho afectivo. Y si da displacer, es muy probable -nada es seguro, no hay una gran verdad, por lo menos yo no creo que haya una verdad- que esté unido a la memoria de algo feo, y generalmente sea algo que quedó de la infancia.LA COCINA DE ARANA¿Qué hacés si tenés que agasajar a alguien?Bueno a mí me gusta la parrilla porque me gusta todo el ritual. Me di cuenta que me encanta prender el fuego, y si por ejemplo ya hay amigos en la casa, estar tomando un vinito mientras lo preparo… Todo el ritual me gusta y me da placer.Además me gusta poner cebollas en las brasas, papa envuelta en aluminio, morrón, oliva y ajo.¿Estás toda la mañana haciendo el fuego?Sí, sí, cuando lo hago lo hago con tiempo, y me da mucho placer. En general no tengo disciplina en decir las cosas, soy bastante desbolado, pero para esto no, puedo estar 3, 4 horas, después cortar rodajas de calabaza y ponerlas a la parrilla para acompañar…¿Asado con leña o al carbón?¡Leña! El carbón es un atentado a la carne.¿Vino tinto o blanco?Malbec, pero puedo probar otros vinos que me gustan. Ahora estamos de gira con “Baraka” y tuvimos el placer de probar los vinos salteños. En Mendoza, terminamos comiendo con la dueña de una bodega y probando todo. Además somos un cuarteto (Juan Leyrado, Darío Grandinetti, Jorge Marrale y Hugo Arana) gustadores del buen vino a la noche, después de la función, nunca de día.¿Y los aderezos?Me fascina la radicheta con cebolla, o con aceto y oliva, sin sal. No por la sal, sino porque ahí no me hace falta. Puedo comer esto todos los días.¿Y un postre?Y, la realidad es que los he ido abandonando para no engordar, igual estoy gordo. Pero el tiramisú es una delicia. ¡¡¡La natilla española con caramelo arriba es una cosa!!!… Acá es difícil encontrarla. Y los helados también me gustan.A lo largo de la vida, ¿hay cosas que se disfrutan más que otras con el tiempo?Yo creo que sí, uno se pone más selectivo, pero es el mero canto de la experiencia. Y además creo que es una manera de recuperar y que las neuronas y las hormonas se reaviven, vuelvan a estar vivas, poder incentivarlas, darle un regocijo.¿Y sos de pedir delivery o te ponés a cocinar? En general saco algo del freezer. No soy de pedir. Claro que en casa a veces se pide y lo disfruto si es bueno. Cada tanto me voy a tres cuadras, a una casa árabe. Mirá, a los 17 años yo laburaba en una carpintería sirio libanés, y ahí probé por primera vez las comidas árabes. La mujer era argentina, pero la suegra siria le había enseñado y cocinaba muy bien. Por ejemplo, el kepe crudo con cebolla, que se come con la mano. En mi casa tengo la jarrita de cobre para hacer café a la turca, que aprendí a hacerlo ahí, y me parece el café más rico del mundo. Se le agregan gotas de azahar o cardamomo al café. Una semillita al café es…¿Te molesta comer con la mano?¡No! es absurdo. Incluso hay un montón de comida que uno debería comer con la mano y se acostumbró al tenedor. A veces arranco la ensalada con la mano, después para no enchastrarme sigo con el tenedor.¿Qué de cultural hay en nuestra manera de asimilar los sabores?Eso es lo interesante, saber cuánto de uno es de lo cultural, de lo incorporado que no es esencial, que es cultural y nada más. Hay cosas que nos machacaron, nos machacaron y uno las ve así, y más de una vez vos decís: pará un poquito, por qué tal cosa, si podría ser así o asá… y lo cultural hace eso ¿no? De todas maneras uno no se puede desarrollar sin lo cultural. Hay cosas que hay que aprender: cuál es mi verdadero deseo y qué es lo cultural que me encajaron y que aprendí, uno debería estar atento a eso.Desgrabado Florencia FuentesAutorLuciana Mazza Toimilluciana@medioslentos.com