Siempre fui un aprendiz


Siempre fui un aprendiz

Marcelo Diego Rodríguez, más conocido como Gillespi estuvo en Medios Lentos, habló de la música, de las palabras, del humor y del periodismo, y reflexionó sobre la construcción de la opinión pública. Nos contó que acaba de recibirse de actor de la mano de Alejandro Dolina y Juan José Campanella y que uno de los mejores restaurantes de cocina italiana le dedicó un plato. Los invitamos a leerlo, y aunque tímido y desconfiado, al son de la entrevista logró relajarse.¿Hasta qué año estudiaste psicología?Cuarto (serio, mira desafiante con la ceja izquierda levemente elevada).Hay mucho en la manera de expresarte, en las preguntas que hacés, y  hasta en  el nombre de las secciones de tu programa de radio que tienen que ver con la psicología.Sí, me debés $50 por esta entrevista (se ríe, hace una pausa y contesta)  estoy tratando de pensar en mi vida. Sí tuve infancia, además (mira otra vez desafiante, y mueve los dedos como si la mesa fuera un objeto musical), igual siempre fui como un viejito.¿Por qué?Y, porque a mí me gustaba el mundo de los adultos, y digamos, me copaba con los amigos de mis viejos, siempre tuve amigos más grandes, siempre fui como un aprendiz.¿Qué hacían los amigos de tus viejos?Distintas actividades. Lo que pasa es que me entrometía en sus conversaciones, en sus actividades.  Cuando estaba en la primaria, había un tipo en Monte Grande que se llamaba Linián, que era un genio de la electrónica muy conocido en el pueblo, un delirante al punto  de armar una cámara de video cuando ni siquiera existían. Se daba mucha maña y era amigo de mis viejos, enseguida se transformó en una obsesión: yo quería trabajar con él y en la primaria fui de aprendiz a trabajar con este tipo, en su   taller de televisión, de radio, de todo eso, de reparación de aparatitos con un mameluco azul. Me iba de la escuela a laburar y me daban dos mangos.Eras feliz…Estaba feliz, yo era el que cebaba mate, barría el piso, atendía el mostrador, (simula a un cliente)   -“El señor Linián me arregló este televisor y ni anda” – “Bueno, espere, ahora veo”, – “Decile que la semana que viene”. Todas esas historias… pero que se yo (se queda pensando y contesta) debo haber tenido alguna pequeña infancia.¿Cómo es tu relación con la música?Es pésima, es un matrimonio con desavenencias (se ríe, piensa y contesta): “Ok,  mi relación con la música es buena”. A la música le gusto, pero soy muy poco perseverante. O sea, si lo medís en años tengo una trayectoria extensa, pero si lo medís en mis dispersiones no soy un tipo que me dedique las 24 horas a la música como una buena cantidad de amigos que tengo. Toco un rato la trompeta. Tengo hace años mi banda con la que hacemos conciertos, pero como hago otras actividades me reparto un poco entre una cosa y otra.El nombre del estudio que tenés en la radio se llama “Milanesa a la napolitana” ¿Por qué?Está bueno. En realidad es más una broma interna de la Rock & Pop.¿Es más eso que un tributo?Claro, porque en realidad Mario Pergolini, en el piso de arriba, tiene su propia estructura, es una especie de radio en paralelo con la Rock & Pop. Tiene todo un equipamiento propio, gente propia. Hizo un gran estudio para hacer conciertos, entran 15 o 20 personas. Él le puso Pappo Napolitano, por el Carpo, por Norberto “Pappo” Napolitano. Y yo como no tengo los medios, estoy en el otro piso, tengo un estudio pedorro (enfatiza enérgicamente) le dije: “Bueno, yo le voy a poner milanesa a la napolitana al estudio” (se ríe). Tiene algo gastronómico pero en realidad es una joda a Mario. Lo que pasa es que si no tenés medios tenés que tener viveza.¿Existe una relación entre el periodismo y la psicología?Sí. El periodismo y todo,  no sólo con la psicología.Pregunto porque  cuando entrevistas haces  preguntas relacionadas al psicoanálisis ¿se debe a  esa parte de psicólogo que tenés?No deja de ser una conversación. Desde el momento en que empezás a complicarte la vida con la entrevista la desnaturalizás. Así como vos tenés objetivos, planteados de antemano, como por ejemplo tocar determinadas temáticas, el entrevistado también tiene determinados objetivos, que a veces tampoco se cumplen: como promocionar un concierto y finalmente no terminar hablando de eso. Lo mejor es empezar a conversar e ir viendo, que finalmente es lo que le importa a la gente. Porque el famoso cassette, como dicen en el mundo del fútbol: “Bue vino el técnico, hicimos lo que pudimos lo’ muchacho’ ”, todo eso no aporta nada. Vos tenés que ir viendo. Es lo que yo hago en mis entrevistas. Arranco desde cualquier punto.La gente sabe poco de tu relación con la psicología…Sí, es verdad que poca gente lo sabe. Hay un montón de códigos, aunque es una palabra un poco maltratada en estos últimos tiempos, porque justamente todos los periodistas de la farándula hablan de “códigos” (se pone serio).  Existe un acuerdo tácito entre el entrevistador y el entrevistado. Yo vengo, vos me vas a hacer la nota, pero no nos maltratemos, porque es de ambas partes un esfuerzo. Vos habrás tenido que acomodar tus cosas para venir. Yo no hago periodismo político, no me siento con esa responsabilidad de darle a mi audiencia la actualidad política, podemos tocar temáticas de coyuntura o, si querés, de ideología. Lo que quiero es conversar con el tipo, saber un poco quién es.¿Cómo ves el periodismo actual?Hay algo en relación a las entrevistas, una tendencia de abusar del entrevistado para determinadas cosas o llevarlo a un territorio particular. Pasa mucho con los actores cuando los entrevistan por una circunstancia X,  a la segunda pregunta ya van directamente a su vida privada, que es lo único que al periodista le importa, y en definitiva lo que van a editar para emitir al aire. Eso es una especie de estafa  y es moneda corriente en el mundo del periodismo actual. Yo no voy con ese tipo de forma, si surge y el tipo me quiere contar de la vida privada y tiene ganas de hacerlo, fantástico, pero tengo tantas otras cosas que me importan (hace una pausa)… Si uno empieza a juzgar, sobre todo a los artistas, por su ideología, de alguna manera está mezclando las cosas. Si yo invito a un escritor porque me gustó su obra, me gustó el libro, pero el tipo es un turro, aunque yo no sea su amigo lo invité puntualmente por un hecho artístico, si el tipo se falopea me importa tres carajos (enfatiza y por primera vez se quita las gafas). A diferencia de otros que buscan la entrevista para justamente meter el dedo “ahí”. Pasó con (Ricardo) Darín hace algunas semanas. Hizo una película fantástica, “Un cuento chino”, de muy buen grado y accedió a dar entrevistas y todas deformaron en distintas preguntas muy incómodas que no tenían nada que ver, y que simplemente lo que hacen es seguir alimentando una especie de morbo generalizado donde nadie vale un  carajo, porque esa es la idea, “sí, es Darín, se actúa todo pero fuma porro, es un drogón”.¿Esto sería la famosa espiral del silencio no?(Se toma un tiempo y recoge de la mesa sus gafas)… La tendencia de la sociedad es destruir, bajar a los pocos ídolos que tenemos, gente talentosa. Le pasó a Astor Piazzolla, o a Atahualpa Yupanqui. Es una forma de entrevistar y de mostrar el personaje con el que yo no estoy de acuerdo.Cuando hablo de Argentina muchos oyentes como antídotos me responden: “eso pasa en todo el mundo” (se acomoda en la silla y contesta visiblemente molesto)… Estoy  harto de la boludez, no sé cómo explicártelo.  Que suceda en todo el mundo no quiere decir que pase acá. Lo que te digo es simplemente un ejemplo de la forma en que estamos manejando el pensamiento en general. Y es una constante, lo noto mucho con los oyentes, por ejemplo decís: – “este disco de fulano está muy bueno” – “sí, pero acordate de” – “pero yo estoy hablando de este disco y estoy diciendo que está muy bueno” – “no… se compró un auto, un Audi” – “¿qué tiene que ver?”. Pero es muy el pensamiento del argentino, no soporta que haya cosas que estén bien y que haya cosas que estén mal.Me embarco en cualquier discusión y me encanta intercambiar ideas, siempre y cuando hablemos de lo mismo, por ejemplo decís: “qué buena la última película de Woody Allen” y te dicen: “se garcha a la hija”, ¿qué carajo tiene que ver una cosa con la otra? Porque sino en realidad no podemos hablar de nada. Es una madeja que no termina nunca.¿Qué pensás de los medios de comunicación hoy y de la televisión actual?Hace años estamos viviendo una especie de proceso mediático muy complicado. Todo ha ido sutilmente mutando hacia un mundo de frivolidad y estupidez sin que mucha gente se diera cuenta. De tal forma la programación de los canales de aire, lo que consume la gente masivamente todo el tiempo, son las pelotudeces más grandes del mundo. Incluso lo hablé con gente de televisión. Me parece que estamos viviendo un proceso muy extraño y muy perverso en cuanto a la creación de valores, a la forma de ver la vida, ¿qué es la vida? ¿Qué es el éxito? y todo ese tipo de cuestiones. Evidentemente, si uno pone la tele el éxito es tener plata a cualquier costo. O sea, cualquier niño de la secundaria, mis hijos ven la televisión e interpretan eso. Si vos tomás a todas las figuras más conocidas mediáticas, por ejemplo femeninas, son todas o bailarinas o vedettes, o lisa y llanamente trolas. Los argentinos más famosos son jugadores de fútbol, con todo el respeto que me merecen, o galanes de las novelas, o gente simplemente mediática. Pero es muy complejo, no solamente los programas de la farándula sino que también los noticieros se han frivolizado mucho. Por una cuestión de tiempo veo los noticieros del mediodía, después por la noche el de Telefé y ¿sabés lo que es el noticiero? “Miren lo que hizo esta nutria” y te ponen una cosa de Youtube, una nutria que salta de una ventana, después otra gilada, después hablan con un actor vía Skype: eso es el noticiero, es lo que recibe la gente.¿Te parece que el público es inocente?La gente es inocente, si vos ponés una nota donde decís “otra vez los piqueteros” y la nota está musicalizada con un “chan chan, chan chan” y te están metiendo la música de Freddy Krueger vas a elaborar un concepto en relación a los piqueteros. Es ficción, incluso los títulos de los noticieros son títulos de películas, “Con el tiro del final”, “El último aliento”, “Héroe por un día”, estamos hablando de la realidad, no estamos hablando de una película. Se toma la realidad con muy poca seriedad, incluso generalmente los conductores de los noticieros son una pareja mixta, un varón y una mujer que entre ellos chichonean. Hay  una cosa actoral, de mentira, que pasan de “nació un gorila blanco en el zoológico” a “cuatro muertos en la ruta”, y las caras cambian, la música cambia, son actores, porque ahora es drama y después joda. Entonces es como una mirada de la realidad muy manipulada. No es que sea paranoico. Acá vino Claudio Villarruel, que fue gerente de Telefé, y cuando empecé a decirle un montón de cosas de la televisión me dijo: “bueno, pará loco, la tele es un electrodoméstico”, le dije: “yo tengo una licuadora pero la licuadora a mí nunca me metió una idea, en cambio la tele sí me metió una idea. Será un electrodoméstico que tiene un poquito más de poder”. La tele le cuenta a mis hijos lo que tienen que pensar, le cuenta a las señoras solas, a las viudas, a las ancianas, de la inseguridad, que las van a afanar, que las van a matar. Entonces no es un electrodoméstico, todo el día te está mandando información.Pero así se forma la opinión pública.La opinión pública, está completamente manipulada. Es la opinión que va recibiendo la gente de todos los medios “serios” como puede ser un noticiero, pero vos ves, “bueno, le robaron la cartera a una mujer”, vuelve al piso y el conductor, en vez de decir algo que colabore a que la gente saque sus conclusiones, no, el conductor dice “esto no da para más, la verdad que la gente no da más”. Esa opinión tendenciosa entra en la gente y esa persona sale a la calle y dice “la gente no da más”, es así. Ellos te dan lo que vos tenés que pensar.¿Por qué creés que la masa lo acepta?Y porque en general la gente está metida en un berenjenal. Primero es un tema de educación, segundo es un tema de raciocinio. No hay tiempo de pensar (hace una pausa). Yo toco jazz, una música con la que de alguna manera te tenés que involucrar. El jazz implica una participación de la audiencia, tenés que meterte, ver a los tipos como tocan, igual que la música clásica, no es popular.  La gente quiere bailar, divertirse, cantar “te amo mi amor”.Como si el jazz no les dijera eso…Claro. El jazz, como otro tipo de música, es una forma sofisticada de contar las mismas cosas, porque el desamor, la soledad, las vicisitudes de la vida están abarcadas desde el folklore, el tango, el jazz, el rock and roll, hasta la cumbia si querés. Lo que pasa es que en las formas son distintas.¿Qué haces después del programa?Siempre como después de hacer el programa. Hay días que hasta las 5 de la tarde lo dedico a mí. Y después voy agrupando todo que es un quilombo (se ríe). A veces me junto con tres tipos distintos a cenar y cada uno habla de lo suyo (cambia la voz): “¿no se acuerda que yo era el de Corrientes que le venía a hablar por el festival?”, después hablo con otro y de alguna forma nos ponemos de acuerdo (risas).¿Es verdad?Sí, cenamos y conversamos y avanzo un montón en mis cosas. Las reuniones de laburo muchas veces las hago después del programa porque es el momento que estoy más lúcido, más animado. Y durante el día me dedico a escribir, a hacer tareas domésticas, a contestar los correos, a tocar la trompeta. Tengo un estudio de grabación en mi casa y a veces me cuelgo ahí, y hago un poco de deporte también.¿Qué deporte haces?Juego tenis. Y hasta las 5 de la tarde no hago un carajo (se ríe enérgicamente,) digamos, no existo. Después acumulo un montón de cosas.¿Y terminás con la adrenalina a full?Sí. Igual duermo poco, pero a veces me agarra la nocturnidad y me quedo escribiendo, es un horario bárbaro para escribir. Voy a mi estudio, tengo un frigobar, y me tomo un copete y escucho un disco. Me hice una baticueva. Hace muchos años tenía en el fondo de mi casa una especie de taller que hacían en su momento cortinas metálicas, un taller de matricería, lo transformé en un ámbito para mí.Otra cosa que usás en las entrevistas es el humor, ¿tal vez porque relaja?Sí, y en los conciertos también, porque si no es muy plomo, el tipo de música y nosotros a veces entramos en una especie de tensión. Las actuaciones te movilizan de alguna manera. Él público es un amigo, nadie que te odie va a pagar una entrada y venir a verte, hay que verlo desde ese punto de vista. Y también les gusta que les hables, se divierten, y yo deliro un montón y eso nos sirve, a los músicos también les da como oxígeno, se relajan.En Nueva York pude oír y  ver tocar el clarinete a Woody Allen…¿El que se garchó a la hija?, y la nota termina así. Un tarado el tipo (larga una carcajada auténtica y se lo ve relajado).Woody Allen es tímido, jamás miró al público, pero fue maravilloso.Un privilegio el tuyo. Woody Allen es un tipo brillante, a mí me encanta. Me encanta su forma de llevar las cosas, me sorprende con sus películas. Hay películas fantásticas y frases de él que son geniales.¿Qué te hace reír?Me gusta el humor con un costado de la lucidez, haciéndolo de determinada manera como en el caso de él. Y muchas veces aprendés cosas por humor, por chistes, cosas que son muy cretinas de la realidad, son visiones muy específicas de la realidad y que por la vía del humor las entendés, porque a veces es muy complicado explicarlo.O también porque a veces la realidad duele y el humor es una forma de disminuir ese dolor…Sí, a mí me encanta ese tipo de humor, me gusta, porque yo soy muy cerebral. O sea, el tipo que pisa la banana y se resbala nunca me causó gracia. Me gusta Biondi porque era un tipo con una calidez y una complicidad tremenda. Pero actualmente, salvo excepciones como la de Capusotto, que yo no lo veo pero  igual reconozco su talento, hay pocos que hacen humor que me diviertan. En general es muy patético, como todo lo que te dije antes.¿Hay que pensar para hacer humor?Estás recibiendo la información, y en vez de contestar lo que contestaría cualquiera y que no sería gracioso, tenés que descartar esa opción fácil y elaborar otra, porque lo que uno piensa siempre es “chiste fácil”, y justamente no se trata de eso. Hay que sorprender, decir lo que el otro no esperaba, es muy difícil hacer reír a Adolfo Castello, a Alejandro  Dolina, son tipos muy graciosos, o a Roberto Pettinato, con quien trabajé tantos años. Petti es muy rápido, entonces tenés que asombrar, y ahí la neurona tiene que ir rápido.Robert De Niro dice que el que hace humor puede hacer cualquier cosa, porque es más fácil hacer llorar que hacer reír.Sí, quizás. Creo que nunca hice llorar a nadie (risas).En esta entrevista me llaman la atención tres cosas que tienen más en común de  lo que uno se imagina: la música, la psicología, y el valor y el uso que le das a la palabra, y sumale, si querés el humor, todas ellas bien usadas, calman, sanan.Sí, de eso se trata. En realidad todas esas cosas que vos comentás de alguna manera conviven en la vida. En la vida uno está escuchando música, y está laburando con su psiquis a ver qué cosa hacer, y de repente te reís. En mi caso es muy difícil compartimentar todas las cosas. Voy un poco para un lado, voy un poco para el otro. A mí me cuesta cuando me dicen “¿es más importante el músico o el conductor de radio”?, qué se yo, la verdad es que no sé, no soy una torta estadística de 35% músico, 42% conductor de radio. Lo que hago es tratar de volcar mi creatividad y mis ideas que a veces las escribo. Estoy escribiendo libros, y por ahí surge la música, compongo, hago discos, según para donde vaya.¿Es verdad que también sos actor?Actué, va a salir en Encuentro la semana próxima, arranca con el Negro Dolina, que justamente es una idea de él y muy buena. También con Campanella de director, que es lo más, y bueno, actor, punto. Se viene el Oscar (sonríe tímidamente).¿Qué interpretaste?Hago de un tipo muy parecido a mí, en realidad me salió muy fácil, me parece que me tocó el personaje más fácil.Mini cuestionario en homenaje a Bernard Pivot¿Cuál es tu palabra favorita?Punto. Punto, no puto, punto, es mi palabra favorita, la uso un montón.¿Por qué?Porque es para cerrar, o sea, decís: “mirá, para mí está mal, punto”. Y es como que nadie dice nada “no, no, puso punto, si no lo hubiera puesto…” (risas). Me resulta divertida, es como un mohín, una cosa que la digo sin saber desde que era chico.¿Cuál es la palabra que menos te gusta?Hambre, ahí empieza toda una cosa política, discriminación (actúa irónicamente y se ríe para luego ponerse serio y responder). La palabra que no me gusta es mediocre, me parece que es la palabra más ofensiva y habla de muchas cosas. Es la enemiga del arte y a mí me gusta el arte. La mediocridad es “no, qué va a tocar bien la guitarra si vive a la vuelta de mi casa, no… si a Astor Piazzolla los tangueros no lo querían”. La mediocridad conmigo no va.¿Cuál es el sonido que menos te gusta?El sonido que menos me gusta es el de los pájaros hijos de puta que empiezan a cantar a las 4, 5 de la mañana marcándote que te fuiste al carajo (imita el sonido), los odio. Son peor que un despertador, no los soporto.¿Cuál es el sonido que más te gusta?El sonido que más me gusta… no sé, hay muchos sonidos que me dan placer (respira hondo y contesta), uno es el de la fritura cuando ponés la cebollita a rehogar, ese shhhhhh sutil. El ruido del mar también me hipnotiza.¿Crees en Dios?A ver, es muy profunda esa pregunta. Para mí hay Dios, pero no soy religioso, ni siquiera tomé la comunión, soy medio paria. Me han pasado un montón de cosas en mi vida privada que me dejaron perplejo, cosas muy personales, y que podrían desviar la charla de una manera violenta. Pero sí, hay algunas situaciones que a mí me dejaron ver como que hay otra historia en simultáneo, podríamos llamarla Dios quizás. Hay algo en nuestra conformación, en la vida en general, llamalo: milagro de la vida.¿En qué sos medio lento?En todo. Yo soy lento. ¿Viste como hablo? Una palabra, después la otra. A veces me acelero por cuestiones profesionales, por cumplir con los tiempos establecidos de acuerdo a los formatos, si es humor tengo que ser repentino. Pero en general soy  muy lento. Petti siempre se reía de mí y me decía: “pero boludo, ¿vos te creés que vas a tener una trayectoria de 50 años?” porque yo pensaba: “dentro de 2 años voy a hacer un disco de tal cosa, después dentro de 4 no se qué”. Un día el Negro Fontanarrosa me dijo: “¿Te creés que sos inmortal loco?”, (vuelve a tocar la mesa como si fuera un instrumento musical, mira y agrega), pero a mí me gusta vivir la vida como si fuera inmortal, que tengo un montón de tiempo para todo. Por ahí en algún momento la vida me va a sorprender.Podés visitar la página web de Gillespi ingresando a http://www.gillespi.com.ar/AutorLuciana Mazza Toimilluciana@medioslentos.comFotografíaCarolina Amengualinfo@medioslentos.com