Ser argentino lejos de casa


Ser argentino lejos de casa

La experiencia ambivalente de vivir en el exterior Residir en el exterior forma parte del abanico de posibilidades que nos ofrece el mundo globalizado en el que vivimos. Antaño mudarse al extranjero por motivos académicos o laborales resultaba engorroso, cuasi impensable; además de las barreras económicas existentes, las diferencias culturales eran muy fuertes. Hoy en día coexisten intercambios estudiantiles, convenios interuniversitarios y mutaciones intraempresa accesibles a un número cada vez más grande de personas. Existen  también empresas especializadas en la contratación de argentinos con el fin de desempeñar temporalmente una actividad laboral en el exterior. Muchos jóvenes de entre 18 y 30 años ya han vivido la experiencia “work & travel”: residir en el exterior trabajando de camarero, cocinero, vendedor, housekeeping, au pair, etc.   Si bien la vida estable en el exterior acarrea múltiples aspectos positivos como el descubrimiento de una nueva cultura, el aprendizaje de una nueva lengua y el establecimiento de nuevos lazos sociales, a veces la realidad no logra adecuarse a las expectativas preexistentes. Numerosos son los obstáculos que los argentinos tenemos que superar al instalarnos fuera de nuestro país: trabas económicas, legales, sociales, culturales, lingüísticas, laborales, entre otras. Los problemas de los que queríamos escapar, el caos de la ciudad, el tránsito, la inseguridad y la situación inflacionaria actual de la Argentina, se vuelven en ciertas ocasiones, efímeros frente a los nuevos conflictos que debemos enfrentar.Residente desde hace exactamente tres años en Toulouse, Francia, hago eco de todas estas experiencias, positivas y no tanto, que vengo de mencionar. Mi intención no fue escaparme de mi querida Buenos Aires pero la vida lo quiso así. Soy licenciada (no me voy a extender en esto pero para simplificar dejémoslo así) en comunicación y tengo un pie rozando la línea de largada de la treintena.No reniego de mi presente, ya que he ganado mucho como expatriada, pero añoro parte de mi pasado y temo a veces a mi futuro. Imagino que muchos de los argentinos que comparten mi actualidad han atravesado y atraviesan estados similares disfrutando de nuevas vivencias, extrañando pequeñeces compartidas y temiendo, de vez en cuando, a las vueltas del destino lejos del hogar. Si no es el mate, los bizcochitos, el asado, el helado, las facturas o la famosa “chocotorta”, lo que nos falta profundamente por ocasiones son los ravioles de los domingos con la familia, las charlas interminables de té con las chicas, los torneos de “Play”, pizza y cerveza con los chicos, los partidos de fútbol de los sábados con los muchachos, y podría seguir infinitamente… Nadie niega que la calidad de vida en ciertos lugares del mundo pueda llegar a ser bastante mejor de lo que es actualmente en la Argentina y que ciertos conforts que nos ofrece el “primer mundo” son grandiosos, pero la pregunta es la siguiente:… ¿Estamos dispuestos a renunciar a “esos momentos tan nuestros” que nos definen como argentinos?Y además ¿Estamos seguros de que todo lo que podemos pagar con “MasterCard” tiene peso suficiente como para agarrar las valijas y “rajar”?AutorFlorencia Gaudenzi