Obligados a dar la vuelta


La batalla de la vuelta de Obligado fue quizás la epopeya más escondida, oculta, silenciada de la historia oficial. Ocurrió un 20 de noviembre de 1845 cuando Argentina obligó a capitular a las dos potencias más grandes del mundo en ese momento: Inglaterra y Francia.

La Vuelta de Obligado es geopolíticamente la consecuencia de la defensa de los primeros intereses económicos para el país. Se produjo en momentos en que las potencias europeas buscaban nuevos mercados para sus productos comerciales y les interesaban nuestros suelos que producían materia prima muy barata para la época.

Dicen que el General San Martín pensaba que La Batalla de Obligado tenía un valor igual a las luchas de la Independencia.

Pero, ¿Por qué se ocultó? ¿Tal vez porque los que escribieron la historia, los unitarios, estuvieron a favor de la invasión extranjera y varios de ellos estuvieron en esos grandes barcos?

Las armadas que invadieron venían de ocupar China. Lo hacían gracias a un invento primordial que fue el barco a vapor, que podía también navegar por los ríos interiores. Aquí los esperaban pequeñas embarcaciones encadenadas. La idea de la conquista era llegar a Paraguay y al sur de Brasil porque era una operación comercial.

La batalla de la Vuelta de Obligado fue en realidad un triunfo porque tanto las tropas inglesas y francesas se volvieron sin cumplir ninguno de los objetivos que tenían.

En dicho combate un grupo de mujeres criollas pelearon al igual que los hombres, como María y Josefa Ruiz Moreno, Rudecinda Porcel, Carolina Nuñez, Francisca Navarra, Faustina Pereyra, todas comandadas por Petrona Simonino. A ellas entonces va nuestro reconocimiento, a ellas y a todas las mujeres que pelean por salir de la mediocridad, a ellas, que ven el sol a pesar de la tormenta, a ellas que obligan a dar la vuelta, a ellas que apuestan a la educación pública, que ganan premios, que dan pelea. Para las que piensan que a veces los días de lluvia no están nada mal.