Letras para salir del placard


Letras para salir del placard

El orden de lo natural viene determinado desde tiempos inmemoriales por el discurso hegemónico. De esta forma, el hombre y la mujer vienen al mundo para cumplir únicamente los roles de la procreación. Pero fue como pretender tapar el sol con un dedo. Aquél alegato quiso olvidarse de que es precisamente la naturaleza la que dicta múltiples elecciones sexuales.Otras Letras (www.libreriaotrasletras.com) es una librería especializada en literatura y ensayos para lectores que forman parte de la comunidad gay, lésbica y trans. Surgió para atender  la necesidad de encontrar en un sólo espacio bibliografía específica de género sin la dispersión o la escasa información que hay en el rubro de los libros. Es un espacio para aquéllos que buscan leer algo que los identifique, que cuente una historia como la de ellos.Aldo Fernández y Claudio Sartori son quienes llevan adelante este proyecto desde su sede en Palermo. Sartori no cree que “haya habido un cambio en el ambiente por la ley. La sociedad está un poco más tolerante”, pero no por ello acepta la realidad homosexual. Con el advenimiento de la ley de matrimonio igualitario y la puesta en boga de las problemáticas de tolerancia existentes, una realidad terminó imponiéndose sobre la sociedad en general. Sin embargo, todavía falta mucho para que exista una real asimilación de las minorías.“Empezamos como una página web hace cuatro años; fue una prueba piloto porque no sabíamos si iba a funcionar”, explica Sartori. Pero funcionó. Él y su socio recorrieron el país e incluso pisaron suelo extranjero para difundir su concepto. Avalados por universidades públicas provinciales, presentaron su idea en Neuquén, Chaco, Tucumán; Paraguay y Chile en el exterior: “La idea es que la región entera haga eco de esto”, explican.Sin embargo no todo fue idílico. Cuando se instalaron en Palermo recibieron quejas de los vecinos que consideraban a la bandera LGTB flameando en la puerta de la librería como una amenaza a la integridad barrial. Nunca llegaron a un choque físico, pero existieron una serie de incidentes que podrían rozar lo cómico. Desde vecinos que en protesta por la manifestación pública de afecto de dos chicas, salen a la calle exhibiendo una cruz colgada al cuello, hasta algún merodeador nocturno que escribe alusiones en las paredes exteriores del local, forman parte del folclore que Sartori narra con humor.El calificativo “puto” no le molesta. Se ríe de él. Está muy seguro de su proyecto y del valor que tiene para la comunidad. Lo que piensen quienes juzgan no hace mella, no afecta en nada.AutorCarolina Quirósinfo@medioslentos.com