La vida después de Lula


La vida después de Lula

Después de ocho años de gestión, llega a su fin el gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva. La pelea por ocupar el Palacio del Planalto se define en el ballotage al que accedieron la candidata oficialista Dilma Rousseff y el opositor José Serra. Los votos del Partido Verde serán claves para definir el futuro de Brasil.Más allá de las notas de color, de los ex futbolistas como Romario o Bebeto postulándose para llegar al congreso (y consiguiéndolo además), del payaso Tiririca siendo el diputado federal más votado de las elecciones gracias a su lema: “¿Qué hace un diputado federal? Ni idea, pero si me vota le cuento”.  Para poder asumir su banca, Tiririca deberá demostrar que no es analfabeto como la asegura una denuncia en su contra. El desfile de personajes pintorescos continúa con una ex prostituta que se lanzó a la campaña con el slogan “Puta diputada” y demás rarezas.Fuera de esta faceta frívola, Brasil está en pleno proceso de definir al sucesor de Lula de cara al período 2011-2015, tarea por demás difícil teniendo en cuenta el índice de popularidad cercano al 80 por ciento, el más alto del actual mandatario desde que accediera a la presidencia en enero de 2003.Y, como diría la canción de Vox Dei, “todo tiene un final, todo termina”, el gobierno de Lula llega a su fin tras ocho años de cambios que transformaron a Brasil en un proyecto de potencia, incluido en el grupo del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) como los países que podrían marcar el rumbo del mundo en un futuro cercano.Tras los resultados que arrojó la primera vuelta de las elecciones, el 3 de octubre, los dos candidatos que irán por la presidencia en el ballotage, Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores y José Serra del Partido Social Demócrata Brasilero, salieron directa e indirectamente a buscar los votos que obtuvo la sorprendente Marina Silva quien fue votada por más de 19 millones de personas, transformándose así en un factor clave en la definición.Párrafo aparte merece esta actuación de los verdes, un partido que se fundó luego de la restauración democrática brasilera en 1986, históricamente ligado a la izquierda y aliado de Lula en su primera victoria electoral y gracias a lo cual obtuvieron un ministerio (el de Medio Ambiente, precisamente a cargo de Marina Silva) pero con quienes rompieron de cara a la reelección de 2006, cuando decidieron no presentar candidatos propios ni apoyar ajenos.El papel del Partido Verde en estas elecciones generales, más allá de algunas encuestas que marcaban a Marina Silva como posible segunda detrás de Dilma Rousseff, el caudal de votos finalmente obtenido hace de los ecologistas la vedette de la segunda vuelta, con una campaña que busca atraer a su electorado.Y es otro hecho el que marca la importancia del voto recibido por Silva. La candidata verde es además evangelista, una comunidad religiosa de radical importancia en Brasil por la cantidad de miembros. Por este motivo, muchos de los votos del PV que llegaron por esta vía podrían ir al candidato opositor José Serra, ferviente católico y contrario a la despenalización del aborto apoyada por la “delfin” de Lula.Silva insiste en que no habrá una postura única de su partido en el ballotage del 31 de octubre y esta postura ayuda al PT ya que sólo necesitan cuatro puntos más que los logrados en primera vuelta para asegurarse la presidencia por otros cuatro años.  Con el 46 por ciento de los votos, pocos dudan de la victoria de Rousseff mientras que Serra se aferra a la posibilidad de un voto en masa a su favor por parte del electorado verde, algo poco probable si se tiene en cuenta que, si bien estos votos provienen de sectores desencantados con Lula, son remotas las chances de que se trasladen a un partido de centroderecha como es el PSDB.AutorIgnacio Genisignacio@medioslentos.com