La igualdad de género: una deuda política en América Latina


La igualdad de género: una deuda política en América Latina

La creación e implementación de leyes en los últimos veinte años favoreció la participación de las mujeres en cargos públicos pero aún hoy el reclamo en Latinoamérica se mantiene en pie. ¿Por qué es necesaria la paridad en la vida política?La Unión Inter Parlamentaria (IPU, por sus siglas en inglés) publicó en 2009 que en América Latina y el Caribe los cargos femeninos en el Poder Ejecutivo aumentaron de un 13 por ciento en 1990 a un 27 por ciento a fines de 2006. Mientras que en el Legislativo, se incrementaron de un 8 a un 18 por ciento el mismo año.“La participación de las mujeres en los lugares de representación política es una demanda de legitimidad democrática”, sostiene Natalia Gherardi, directora ejecutiva de Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). Por su parte, Liliana de Riz, doctora en sociología e investigadora del CONICET, coincide en que ”hay que incrementar la presencia plena en el juego democrático y es importante fortalecer y promover la permanencia de las mujeres en los ámbitos políticos”.Este proceso tuvo un crecimiento lento, pero sostenido. Tanto Cuba con un 43,2 por ciento, como Argentina con 40 y Costa Rica con 36 por ciento son los países con mayor representación en la región, mientras que Colombia con 8,4 por ciento, Brasil con 9 y Guatemala con 12 por ciento corresponden a los países con la representación más baja, según estadísticas publicadas por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL.“La mayor presencia de mujeres se debe a los cambios que han tenido nuestras sociedades en la última mitad del siglo XX, que todavía están impactando y, que a su vez, han sido más acelerados en algunos países. Por ejemplo, en la Argentina, desde la recuperación democrática se instaló la idea de democracia con democracia de género. No bastaba sólo la recuperación del estado de ciudadanía, de salir del terrorismo de Estado y de buscar cierta igualación de los sectores sociales. Las mujeres que se identificaron como feministas avanzaron de manera muy decisiva”, afirma Dora Barrancos, historiadora, socióloga y directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.En Brasil, Chile, Ecuador y Uruguay se registró un incremento importante debido a la aplicación de nuevos preceptos relacionados al género como la denominada Ley de Cupo Femenino. Como pionera en la aplicación de esta norma en América Latina, la Argentina promulgó en 1991 la ley 24.012/91 que estableció la incorporación de un 30 por ciento de mujeres en las listas para cargos electivos, primero en el poder legislativo y luego en el judicial. A partir de 1996, los países de la región aprobaron esta normativa, pero con un número distinto. En Costa Rica, por ejemplo, se aceptó un 40 por ciento, y en Paraguay sólo un 20.Por otra parte, la garantía de legislaciones nuevas consolidó la posibilidad de alcanzar el objetivo de la equidad a través de las Constituciones Nacionales de distintos países:República Dominicana prohibió cualquier acto que afecte las condiciones de igualdad de los derechos entre las mujeres y los hombres, y promovió medidas para erradicar las diferencias y la discriminación de género.Ecuador también prohibió la discriminación, ordenó al Estado «formular y ejecutar políticas para alcanzar la igualdad” e incorporó el enfoque de género en planes y programas con carácter obligatorio para el sector público.Por su lado, Bolivia estableció un gobierno democrático “con equivalencia de condiciones entre hombres y mujeres”, razón por la cual Evo Morales, al comienzo de su segundo mandato, eligió a diez mujeres para conformar el gabinete de presidencia.Como último ejemplo, aparece Costa Rica que realizó la presentación de una política de género en diciembre de 2009 con el objetivo de “construir una sociedad mejor para todos”.La chilena Michelle Bachelet se consagró en 2006 como la primera mujer presidenta de América Latina y de su país. Seguida por la asunción de Cristina Fernández, un año después, en Argentina. Y en febrero de 2010 Laura Chinchilla triunfó en las elecciones presidencias en Costa Rica. Todo esto demuestra un progreso en la región en dicho sentido.Dora Barrancos explica que estos logros para el feminismo se deben “al aumento de la demanda por los derechos de las mujeres en los diferentes países y a que las propias mujeres no se acomodaron a la desigualdad: actuaron muy fuertemente a favor del derecho femenino e impulsaron nuevas reformas”.Las últimas estadísticas son alentadoras, pero todavía esos números no se ven reflejados en la conciencia de la sociedad. “Hay que hacer muchísimos esfuerzos para alcanzar la equidad. En primer lugar, hay que generar mayor conciencia en las propias mujeres para que se acerquen a sus propios derechos. También adquirir un papel protagónico para generar un movimiento de cambio. En tercer lugar, la sociedad entera tiene que ir cambiando y en cuarto lugar, las instituciones pertenecientes al Estado tiene que cumplir y hacer cumplir con lo que dice la propia Constitución Nacional”, asegura Barrancos. Y agrega que “debe haber una atención particular sobre la equidad de género por parte de los organismos regionales como Mercosur y Unasur para acercar la problemática a los países”.La búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito político no debe ser sólo una preocupación de los movimientos feministas sino también de la sociedad en su conjunto ya que, de esta manera, se mejora el ejercicio de la democracia y el cumplimiento de los derechos humanos universales. Según los líderes de la región encuestados por la CEPAL, “la paridad política es un proceso en curso, vigoroso y probablemente irreversible”. Por María Victoria Ciccola