La cooperación internacional: un resultado insuficiente para Haití


La cooperación internacional: un resultado insuficiente para Haití

La asistencia internacional dirigida a Haití se posicionó en los últimos años como un factor determinante para el mantenimiento de la paz, la consolidación del desarrollo a nivel político, económico y social en el país, y para el fortalecimiento de la democracia y sus instituciones. Los países de América Latina encabezan, desde la década del `90, la cooperación regional para mejorar la situación en Haití, pero finalmente los esfuerzos terminaron siendo insuficientes: no se alcanzaron los resultados esperados antes del sismo ocurrido en el país.En el marco de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH por sus siglas en inglés) que comenzó en abril de 2004 con el objetivo de trabajar por la estabilidad institucional, el desarrollo y la paz empezaron a colaborar la mayoría de los países latinoamericanos como Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay, Perú, Chile, Colombia, Ecuador y Uruguay por el crecimiento del país más pobre de la región.Junto con esta ayuda y ante la insuficiencia de la cooperación entre América del Norte y el Sur, comenzó a aplicarse la denominada cooperación sur- sur que comprende la ayuda de los países en vías de desarrollo hacia países que se encuentran en una situación similar, en busca de optimizar los recursos tanto económicos como humanitarios.“La cooperación sur-sur se estableció al abrirse un nuevo espacio después de la crisis en Haití generada por el derrocamiento del presidente Jean Bertrand Aristide. Se estableció como una doble motivación. Por un lado, el interés de los países desarrollados, principalmente Estados Unidos, de no comprometerse demasiado en operaciones de mantenimiento de paz, y segundo, la oportunidad de los países como Argentina, Brasil y Chile de tener un protagonismo a nivel internacional, es decir, una presencia más concreta en la agenda regional como los grandes países de América Latina”, explica el director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales(FLACSO) en Argentina, Miguel Lengyel.Según datos de la ONU en 2008, se enviaron a Haití 8889 efectivos uniformados, incluidos 7060 soldados, 1829 policías, 482 funcionarios internacionales y 194 voluntarios de la organización dentro del programa de cooperación por la paz. Este informe indica que Brasil es el mayor cooperante con 1213 efectivos, seguido por Uruguay con 1147 y Argentina con 561. Esta acción tiene como objetivo dirimir enfrentamientos armados o estabilizar las situaciones post conflicto.Por otra parte, Haití recibe cooperación a través de 217 donantes como organismos y agencias de cooperación de todo el mundo, que contribuyen con casi 900 millones de dólares, lo que significa un gran crecimiento en los aportes de cooperación a partir de 2004. Por su parte, América Latina destina 159,76 millones de dólares a la cooperación, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y sus principales receptores de ayuda son Haití y el continente africano.“Haití es el país mas pobre y se encuentra dentro de los países prioritarios de la cooperación al desarrollo. Fue históricamente un país con mucha ayuda, pero ahora se suma además el factor de una catástrofe natural por lo que la cooperación va a ser mayor para poder salir de la situación de emergencia”, afirma Guillermo Correa, coordinador ejecutivo de la Red Argentina para la Cooperación Internacional (RACI).La comunidad latinoamericana se movilizó rápida y eficazmente ante lacatástrofe del 12 de enero en Haití. Envió millones de dólares, toneladas de cajas de alimentos y demostró fehacientemente su solidaridad y compromiso con el país centroamericano. Pero las estadísticas haitianas reflejan una realidad que pone de manifiesto falencias y dudas sobre la eficacia de la cooperación internacional en dicho país.Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en 2009, el 72,1 por ciento de los haitianos vive con dos dólares por día y el 54,9 por ciento con 1,25 dólares. Otro informe proporcionado por la Central de Inteligencia Americana (CIA) sostiene que el 80 por ciento de la población vive en la pobreza. Por otra parte, el Producto Bruto Interno (PBI) del país ha ido disminuyendo a partir de 2007 hasta llegar a 10,98 miles de millones de dólares antes del terremoto y se sitúa en el puesto 203 de las 229 naciones del mundo al tener una renta per capita de apenas 1.300 dólares al año. Además, la debilidad institucional y democrática ubica a Haití como el país más corrupto del mundo, según datos proporcionados por Transparencia Internacional (IT por sus siglas en inglés).Ante este escenario, ¿de qué manera se debe pensar la cooperación para lograr un resultado efectivo que contribuya a la reconstrucción de Haití?Según sostiene Correa, “el sismo logró que se pusiera la lupa sobre Haití, mientras que los problemas estructurales históricos eran de mucho antes de la tragedia. Hay que empezar a pensar las cosas más estratégicamente para que sean mas eficientes”.Por su parte, Lengyel considera que la cooperación sur- sur permite una “mejor comprensión de la problemática de Haití ya que en alguna áreas se dan fenómenos parecidos entre los países en vías de desarrollo como las cuestiones de pobreza y la falta de infraestructura, entre otros”. Ante la insuficiencia en la cooperación, agregó que “se podría aumentar la articulación del esfuerzo entre países latinoamericanos con fondos europeos o de países desarrollados ya que podemos ser vehículos de recursos que prevean líneas de acción para tener un impacto muy grande”.Luego del escenario que se observa en Haití, la contribución de los países a la cooperación internacional deberá ser el factor elemental para llevar a cabo un plan que permita la reinvención del Estado haitiano y que acceda a reducir la pobreza, además de enfrentar con más elementos y preparación, catástrofes como las que vivieron.Por María Victoria Ciccola