La constante fragilidad de Bélgica


La constante fragilidad de Bélgica

El caso de los separatistas belgas, que pueden ser gobierno tras los últimos sufragios, vuelve a poner en la agenda europea el asunto de las regiones que plantean la separación de su país.El pasado 13 de junio, en las elecciones legislativas celebradas en Bélgica, la Nueva Alianza Flamenca (Nieuw Vlaams Alliantie – NVA) se proclamo como primera fuerza política en ese país, resultado histórico para un partido que plantea abiertamente la posibilidad de separar la región de habla flamenca del sector francófono.Bélgica mantuvo durante casi dos siglos una frágil unidad entre dos regiones que se enfrentan pero a la vez se necesitan tanto en el plano económico como político. Casi un 60 por ciento de la población habla flamenco, una lengua similar al holandés y que habita mayormente en las regiones de Flandes mientras que alrededor del 40 por ciento tiene como lengua al francés y habita Valonia, un sector administrativo que limita y tiene grandes lazos con Paris. La capital Bruselas es oficialmente bilingüe pero en la práctica ocho de cada diez habitantes habla francés. Por último, existe una pequeña comunidad germano parlante que representa menos del uno por ciento de la población total de Bélgica.Las comunidades mayoritarias se unieron en una especie de matrimonio por conveniencia en 1830 con la llamada Revolución Belga en la que lograron su independencia de Holanda, pero a partir de allí han intentado, sin éxito, romper esa unión para formar su propio país.Este contexto lingüístico tan singular es el motor de todo el sistema de gobierno ya que los poderes políticos están organizados de tal manera que no favorezcan a una de las comunidades por encima de la otra. Así es como la constitución establece, por ejemplo, que la cantidad de ministros debe ser la misma para ambos grupos.El sistema es similar al modelo británico en cuanto a la necesidad de establecer alianzas en el Parlamento en caso de no conseguir la mayoría absoluta de escaños en el Parlamento. Estas alianzas son a menudo débiles y motivadas solamente por la necesidad de formar un gobierno que después se rompe por la falta de objetivos comunes. A más de un mes de las elecciones, los representantes de los tres partidos más votados no logran armar una coalición que les permita formar gobierno.El triunfo del NVA convirtió al partido en primera fuerza política, desplazando al tradicional Partido Socialista Valón y al Partido Demócrata Cristiano de Flandes del hasta ahora Primer Ministro, Yves Meterme, quien en 2007, sufrió una crisis similar cuando fue incapaz de formar gobierno por las desavenencias entre flamencos y valones. En esa oportunidad, se necesitaron más de diez meses de negociaciones para llegar a un acuerdo. La situación actual, a la que se le agrega la responsabilidad de asumir la presidencia semestral de la Unión Europea, no permite ser muy optimista sobre un desarrollo mas ágil.El caso de Bélgica encendió la alarma en Europa ya que no se trata de un hecho aislado. Más de una docena de regiones reclama su independencia o una mayor autonomía de cada gobierno central. El más conocido es el del País Vasco, en España, donde la organización terrorista ETA (Euskadi Ta Askatasuna o Patria Vasca y Libertad) ha provocado más de 900 muertes desde la década del 50. Cataluña también lleva décadas con el mismo reclamo y prometen un referéndum que determine la intención de separarse para 2014.Los casos se suceden unos tras otros: Escocia en el Reino Unido, Bretaña y Córcega en Francia, las Islas Faroe en Dinamarca, el cantón de Jura en Suiza, Cerdeña en Italia y las islas Azores en Portugal también reclaman diferentes grados de autonomía, aunque todos con el sueño de una futura independencia.La armonía que, como se mencionó, siempre fue frágil, ahora amenaza con romperse definitivamente como consecuencia de la victoria de los separatistas liderados por Bart De Wever, un político de ideas conservadores aunque también con supuestos lazos con la extrema derecha y hasta fue acusado de ser un negacionista en cuanto a las responsabilidades belgas en deportaciones de judíos durante la ocupación nazi de la Segunda Guerra Mundial. Sus declaraciones respecto al futuro de su país, realizadas a un diario belga hace más de un año, son contundentes: “Bélgica podría desaparecer. No sabemos cuando pero es una posibilidad”. AutorIgnacio Genisignacio@medioslentos.com