Fuera de juego


Desde hace ya algunos años el arbitraje argentino no atraviesa por su mejor momento. La entidad, dependiente de la Asociación del Fútbol Argentino que los nuclea, es el Colegio de Árbitros. Está compuesto por un Presidente y cinco vocales. Sus funciones principales son: organizar y supervisar el funcionamiento de la Escuela de Árbitros; proponer al Comité Ejecutivo la incorporación y designación de los árbitros; clasificar a los árbitros por categorías, promoverlos, relegarlos o excluirlos; supervisar la actuación y debido cumplimiento de las disposiciones reglamentarias; organizar y supervisar el funcionamiento de los cuerpos de asistentes deportivos y veedores; designar a los árbitros, árbitros asistentes, veedores y asistentes deportivos para los partidos oficiales o amistosos que se disputen en jurisdicción de la AFA y difundir las leyes que rigen el juego. Dicha enumeración se aplica en su mayoría sin problemas, salvo en sus funciones más importantes como son las de designar árbitros para los partidos oficiales, la promoción de aquellos y su clasificación de acuerdo a las actuaciones que tuvieren dentro del campo de juego.

Tales cuestiones por estos días son el mayor dolor de cabeza de casi todos los clubes de nuestro fútbol. Un sinfín de ejemplos  se han sucedido en muchos partidos del campeonato de primera división, y tal es el caso de River Plate, San Lorenzo y Godoy Cruz de Mendoza, que son sólo algunas de las entidades que han padecido malos arbitrajes y decisiones de los hombres de negro.

Mal estado físico, mala interpretación del reglamento, falta de “cintura” para manejar y controlar los partidos, y hasta no ver faltas evidentes son casi moneda corriente domingo trás domingo.

Una y otra vez cualquier matutino, o radio, los días lunes, tiene como tema obligado a tratar el mal arbitraje de tal o cual referee en tal o cual partido.

87-arbitros-destacadoSin embargo, desde la Asociación del fútbol argentino, parecen hacer oídos sordos a una situación de extrema gravedad que no hace más que perjudicar a todo el fútbol en general, a tal punto que resulta suspicaz la situación que así como hay malos arbitrajes que perjudican sistemáticamente a ciertos clubes, benefician también en forma continua a otros, como Arsenal, el que sorpresivamente tiene como presidente nada más y nada menos que al hijo del presidente de la AFA.

Pero hay algo peor aún, que es que desde la propia AFA el único castigo o reprimenda para el árbitro del partido, cuando tiene una mala tarde, es el de impedirle dirigir una o dos fechas. Es decir darle unas mini vacaciones para que se quede tomando sol en su casa.

Poco seria la sanción para semejante perjuicio. Es más, no hay a la fecha ni siquiera un solo caso de ningún árbitro que haya sido expulsado del Colegio que los nuclea por malos arbitrajes.

Lo peor que ha ocurrido es una medida casi de abrigo, es decir, bajarlo a dirigir alguna categoría menor, para que la opinión pública se olvide de él, y cuando la cosa  “se apague”, promoverlo nuevamente a su lugar de origen.

En medio de toda esta crisis, en la que domingo a domingo, y salvo una o dos excepciones puntuales, los arbitrajes son al menos sospechosos, no hay a simple vista una mínima chance de vislumbrar que la cosa mejore. Muy por el contrario la cosa parece ir en aumento.

Por ello, como corolario, es que resulta necesaria y en forma urgente una vuelta de timón, desde la cabeza de la AFA, para que se mejoren no sólo la designación de árbitros sino también las promociones y las sanciones para aquellos que no están a la altura de las circunstancias, y que en definitiva terminan siempre  fuera de juego…

Fotografía: labombonera.com.ar