“Cuando no hay libertad de expresión no llegas a decir la palabra «libertad»”


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Quien dice estas palabras no es ni más ni menos que el reconocido actor Darío Grandinetti. Se lo nota distendido, sincero, calmo mientras charla con la periodista. Cómo olvidarse de papeles tan impecables como en Darse Cuenta, 100 veces no debo, o esa escena en Esperando la carroza cuando “Cacho”, su personaje, le pincha la pelota a un grupo de pibes que jugaban al fútbol.

El protagonista de grandes películas como Hablé con ella, No te mueras sin decirme a dónde vas entre otras nos cuenta acerca de su infancia, sus inicios en la actuación, sus maestros, a la vez que profundiza su opinión sobre la ley de Medios, la política y el gobierno actual.

Te invitamos a que recorras a este actor, desde sus aromas en la niñez hasta las películas con Pedro Almodóvar.

Darío niño

¿Naciste en Rosario, no es así?
Sí, en el barrio Belgrano. Viví allí hasta los 20 años luego me vine a vivir a Buenos Aires con un interruptus de un año que fui a una ciudad santafesina llamada Las Rosas. Trabajaba de lunes a viernes en Rosario y volvía a Las Rosas los fines de semana. Eso generó una especie de confusión que a mí no me preocupa aclarar que no soy de allí. Es una ciudad a la que voy seguido, tengo un grupo de amigos con el cual nos juntamos bastante seguido. Estamos bastante diseminados pero cada tanto nos convocamos y nos juntamos allí.

 ¿Cuáles son los aromas de tu infancia?
El olor al río es el que más tengo. Si bien no vivía cerca del río en Rosario, tengo una cosa que recupero cuando quiero olerlo, lo hago. Huelo el de Rosario, pese a que vivo en Martínez.  Es otra cosa, es muy bonito, lo disfruto y me gusta. Pero el nuestro es otro.

Vos querías ser jugador de fútbol
Sí, sí… yo quería ser jugador de fútbol.  Esas cosas…

¿Quién te inspiraba?
No, nadie en particular: yo quería jugar a la pelota. En todo caso, tenía amigos a los que admiraba; mi tío me llevaba mucho a la cancha; mi primo, jugaba mucho con él…No era por un ídolo profesional –que los tuve, claro- pero no por ellos quería jugar. Disfrutaba del juego, me gustaba. Sentía que aprendía. Entre otras cosas, la necesidad de compartir, el sentido de pertenencia. El tener claro que solo no se salva nadie. El fútbol me enseño la necesidad del otro, del compañero. Y cómo el compañero te necesita.

¿Sos hijo único?
No, somos cinco. Soy el mayor.

Una amiga tuya, Mónica, es la que te llevó a hacer teatro
Es la responsable. Cualquier queja que tengan los espectadores, dirigirse a Rosario, a Mónica Simonella que es la culpable. Es verdad. Es del pueblo vecino de Las Rosas. La conocí allí cuando estudiaba y ella me hablaba de sus ganas de actuar, de ser actriz. Pero yo en realidad quería jugar al fútbol. Un tiempo después me la encontré en Rosario y me contó que había comenzado clases de teatro. Me dijo de ir, yo dije que no, luego insistió bastante y terminé yendo. Y acá estoy.

Tu maestro fue Héctor Barreiro. Vos mencionaste una frase: “Él me enseñó lo que es muy difícil de enseñar para un maestro.
Sí, yo aprendí algo muy difícil. El respeto y el amor por el oficio. Lo aprendí de él, de verlo, de su acción. En teoría, no puede más que decirse una vez. Te lo puedo decir hasta el hartazgo pero se enseña con el ejemplo.

¿Qué es ser actor? El Día del Actor twitie: Feliz día para los que actúan y me retaste (risas).
Pero no fue como un reto. Tengo un libro que es una compilación de artículos de Fernán Gómez tratando de explicar por qué los actores desde la antigüedad hasta hoy, o éramos dignos del anonimato o de una especie de actual celebración snob. Una especie de lugar destacado que la sociedad nos da pero por snobismo. ¿Sabes de donde viene el término cómico de la legua? Yo no lo sabía, lo supe hace poco gracias a Fernán Gómez. Los cómicos andaban recorriendo con sus carromatos los pueblos; los dejaban atravesar sólo una legua. Podían hacer una presentación o proveerse. Pero tenían que acampar a no menos de una legua de distancia. Gómez decía que en realidad lo que les molesta de los actores es la verdadera vocación del actor. No es actuar sino que se sepa que estamos actuando. La del ser humano corriente, no quiere que se sepa que está actuando. Nosotros actuamos y les mostramos que estamos actuando: “Esto que estamos haciendo nosotros es mentira.” La actuación del ciudadano común, esa que realiza todo el tiempo, es secreta. No hay que agregar mucho más.

¿Qué te sorprendió de Buenos Aires?
Yo conocía acá. Solíamos venir con mi viejo, lo acompañaba a hacer trámites. Aprovechaba y veía mucho cine, no veía teatro.

¿Qué veías?
Películas de acción, de suspenso, de todo. Algunas solo y a otras iba con mi viejo. Me llevaba mi viejo y mi abuela me llevaba al cine en Rosario. Nunca pensé que despertaría nada en mí salvo el entretenimiento.

En tu familia no había actores.
No, ahora sí hay. Pero en ese momento, no.  Con lo cual, nada de eso se hacía en función de. Además, estaba claro que yo iba a jugar al fútbol y nada más. Buenos Aires era la capacidad de deslumbramiento, de enormidad, de todo. Del que nadie supiera quién sos, del anonimato, de todo lo que Rosario, a pesar de ser una ciudad, no tenía. Las diferencias eran mucho más marcadas hace 40 años que ahora con respecto a eso. No venía pensando que iba a ser actor. No era el lugar donde me iba a desarrollar, era un lugar al que me divertía venir. Luego vi teatro aquí,  veía –tampoco demasiado- me gustaba más ir al cine. Me gustaba caminar y boludear por la calle, eso me gustó siempre. Puede decirse en todo caso que allí estaba sin saber trabajando. La observación para el actor, es importante. Me gustaba mirar a la gente pasar. Eso también era la diferencia. Veías unos personajes en Buenos Aires que en Rosario y mucho menos, en Las Rosas, verías.

 Para los que venimos del interior, Buenos Aires da esa sensación de libertad ¿No?
Pareciera que en la gran ciudad estuviera todo permitido. Acá en Buenos Aires pensás que en Nueva York o en París está todo permitido. Es esa mirada pueblerina que uno no deja de tener. Quizá el neoyorquino valora otra cosa. En cualquier caso, cuando vine a vivir aquí empecé a estar más atento a cosas que no había considerado: si sería bien recibido, si me iba a adaptar, si me iba a sentir bien.

¿Te acordás de tu primer casting?
Casi nunca hice. Hice uno, recuerdo uno. En esa época no había casting, no te tomaban pruebas. Te pedían foto. Ibas recomendado por alguien, etc. Lo que sí, siempre sentí que el porteño tenía menos recelo por el interior que viceversa. El porteño cae peor en el interior. Yo nunca me sentí menospreciado o subestimado más que el chiste típico que me comía las eses. Luego en Rosario me decían que hablaba como un porteño. Son boludeces que no hacen que uno se sienta discriminado, todo lo contrario. Enseguida tuve amigos y gente preocupada para que me vaya bien, que tenga trabajo. Gente que me ayudó. No me fue hostil la ciudad más que una necesidad mía de tener la cosa más a mano. Me gustan las ciudades chicas. Si yo no fuera actor, no viviría aquí. Tampoco en Nueva York.

¿Te identificas con los personajes que has interpretado?
Me pasa que genero identificación cuando lo veo hecho.

¿Es inconsciente?
Sí, uno es el instrumento. A mí me causa cierta gracia esta pretensión que existe de esconderse detrás del personaje. Me parece imposible. Es imposible que no se vea algo de uno, aunque sea la interpretación. Lo que uno cree de ese personaje, ya es mío. Seré rengo, me pondré una barba, me vestiré de otra manera. Seré yo el que cree que ese personaje es así. Es un trabajo medio inútil. Hecha esta aclaración, a mí no me asusta esto que se me vea a mí. Mi necesidad de no aparecer, aparece por otro lado. No por esconderme sino por otras cosas, por las motivaciones que tiene ese personaje. Que también son mi interpretación. Es un círculo vicioso si se quiere. A mí me pasó con el personaje de Oliverio( El lado oscuro del corazón) Cuando lo vi yo había entendido una cuestión de la soledad que tiene el personaje que yo tengo. Cierto disfrute del andar solo que yo tengo. Pero el personaje era así. Yo no tuve que ponerle eso mío, en eso coincidimos, en todo caso. A mí la poesía me gustaba, cuando vi su oscuridad, empezó a gustarme más.

Dijiste que querías construir imágenes imperfectas a través de las palabras ¿escribís poesía?
Si yo fuese escritor, quisiera ser poeta. No podría hacer otra cosa.

¿Sos muy exigente?
Sí, muchísimo. Conmigo, mucho. Demasiado.

La película «Darse Cuenta«, Habla de un contexto social…
Es muy política sin hablar de nada.

Sí, y social. Habla del egoísmo propio del argentino.
Por eso pueden asumir el poder estos señores. Fue un golpe cívico militar. Lo que entró de parte de la civilidad, el egoísmo, el gorilismo. El gorila quiere todo para él. Me causa gracia cuando algún “periodista” quiere defender esa posición como si fuera “homosexual”. No es lo mismo.

Darío y su compromiso social

Esta construcción de la noticia tan exitista. Vos hablaste que se ve en Argentina esta espectacularización de la noticia.
Acá y en el mundo nos concientizamos en torno al hecho de que el periodismo no es palabra santa. No es más que un emergente social. En los ‘90 le dimos el lugar del juez, del fiscal, del denunciador, del que se encargaba de decirnos lo que no nos decía nadie; de desenmascarador. Parecía que venía no sé de dónde: la sociedad estaba infectada, en todos sus estamentos de corrupción,  pero ellos no. Como si ellos no fueran de la Tierra. Afortunadamente en los últimos años todos cuestionamos el comportamiento de los medios. Esto no voy a dejar de agradecerle nunca a Kirchner. Esto fue gracias a él. Me dirán ‘bueno, el contexto ayudó’, pero estar a la altura de las circunstancias no es poca cosa. Muchas veces, hemos tenido circunstancias favorables y no las dejó pasar.

Se ve como en los últimos años los jóvenes se han acercado a la política pero también se habla de «miedo».
¿¿¿Miedo a qué tienen??? ¡¡¡Yo viví en el ’76,  en el ’77!!! Toda esta gente que tenía miedo, también lo vivió y algunos vivieron los bombardeos del ‘55 de la Libertadora. ¿A qué tienen miedo ahora? Si sólo se ven cosas y se dicen atrocidades contra el gobierno.  Se organizan marchas multitudinarias para insultar a la presidenta. Esto no es inocente. Cuando no hay libertad de expresión, no podés ni terminar de decir la frase. No llegas ni a decir la palabra “Libertad”, te chupan. No es inocente, ni son ignorantes. Hay gente que sabe lo que quiere decir. Forma parte de estos que quieren instalar el miedo porque el medio, para ellos, es negocio.

88-grandineti-nota-02¿Qué opinas de la Justicia?
Hay un montón de jueces y abogados que están a favor de la democratización de la Justicia. Aunque no se aplique la Ley de Medios hoy, me parece que es impresentable. Esta fantochada ha sido un mamarracho. Si para algo fue bueno fue para que la sociedad vea quiénes son los que no quieren que se sancione. No creo que ese sea el motivo por el cual la Corte Suprema no quiere que se dilate la sanción. La dilatan porque le tienen miedo, lisa y llanamente. Es una ley votada por 149 votos a favor y 4 abstenciones.  El congreso estaba formado de la misma manera que cuando no le aprobaron el presupuesto. No es una “ley K”. Ese mismo congreso votó la ley de medios.

El actor tiene un compromiso social.
Sí, claro. Todo aquél que dice algo para los demás, aunque no quiera, aunque le moleste, o aunque reniegue, es un trabajo social. Vas a jugar al fútbol para 50.000 espectadores, es un hecho social.

El periodista español, Vicente Romero en el libro » El alma de los verdugos» que escribe junto a Baltazar Garzón, denuncian que la sociedad argentina tuvo una dictadura cívico militar: fueron también algunas personas; las empresas; etc.
En España también, absolutamente. Es así. En eso hay como cierta coherencia. Si se revisa salen tiros para todos lados. Alguna tierra podés esconder debajo de la alfombra, toda no. Involucra a muchos: civiles, militares, Iglesia, empresarios, oligarcas, terratenientes. No se puede producir un hecho de semejante magnitud manejado por cuatro tipos o un sector. Tiene que haber representantes de todos los estamentos involucrados. Aunque sea un poquito de cada uno.

Vos dijiste hace poco que estás viviendo un sueño: el de ver un futuro para tus hijos.
Me quería ir a vivir a España en 2000, 2001, 2002. Pensaba que ni mis nietos iban a ver lo que estoy viendo yo. Soñaba con poder laburar. No quería ser millonario. Quería que mis hijos y nietos se desarrollasen, sean felices. Eso es lo que estoy pudiendo hacer yo. Lo estoy viviendo. Empecé a poder verlo menos de diez años después. Lo pude hacer gracias a Néstor Kirchner y ahora, a Cristina, le guste a quien le guste. Le joda a quien le joda: la única verdad es la realidad decía el General. Nunca fui peronista, no lo soy. Soy kirchnerista y ahora Crisnerista. Todo lo que hay para mejorar es en una dirección en la que nos puede llevar este gobierno. Ninguno de los otros puede mejorar esto: iríamos para atrás. Todos van para atrás, con el fútbol, la privatización, las AFJP, etc. Massa ya salió a hablar a favor de un sistema mixto. Ya te la pusieron.

¿Qué opinas de los fondos buitre y la alegría de algunos argentinos por esto?
Estos son los de toda la vida. Los que en los ‘90 hicieron lo que hicieron. En el 2000 recorrí el país con una obra de teatro, estaba destrozado. En 2007 volví a recorrer el país y era otro país. Y en el 2010 y 2011 ni hablar. A mí no me cuenten: recontra mejoró. Hay un solo dato que ya debería sobrar. Pero aquel a que le importa lo colectivo que es que han vuelto 1000 científicos al país. Ya eso solo demuestra que va para mejor. Acá el problema es que no podés comprar dólares. En ningún país del mundo podías hacerlo como se compraba acá. No podías cruzar al Uruguay con 500.000 dólares. No podés comprar divisas. Andá a Europa a comprar dólares en la calle. Esos son los derechos que defienden. Son los mismos que dicen que estamos aislados del mundo, que en el mundo no es así. En el mundo no es así lo que quieren ellos. En el mundo no podés sacar un millón de dólares y construir en Punta del Este sin que nadie te pregunte, sin rendir cuentas a nadie. Los aviones siguen saliendo llenos.

Darío, un chico Almodóvar

¿Es verdad que te desilusionó mucho haber conocido a Almodóvar?
(Mira desconfiado, se ríe y contesta) Era un tipo más. Un genio, pero uno más. Es un director, es un tipo que te pide las mismas cosas que otro director. Y un actor. Me deslumbró ese espíritu amateur que tiene, me resultó conmovedor. Caía al rodaje con objetos de su casa para poner en la escenografía. Eso me pareció de un apasionado, de un tipo que merece que le vaya bien. A la hora de elegir contar una historia, él lo hace eligiendo lo que él tiene ganas de contar, no lo que cree que va a ser éxito. Una vez que hace la película, sale a venderla para convertirla en un éxito. Pero a la hora de hacerla, no quiere ninguna concesión. Cuenta lo que cuenta desde sus entrañas. No es el único, pero es a uno de los que más  se critica. Hay otros de los que nadie duda y hay otros a quienes ni se les exige eso. Se les aplaude porque tienen éxito.

¿Qué diferencia hay entre trabajar en la tele y el teatro?
La televisión tiene una cuestión de tiempo que atenta contra la posibilidad de probar, crear. Hay que resolver todo muy rápido. Hay que encontrar una manera distinta, hay que prepararse de una manera especial. Es muy desgastadora la televisión, lleva mucho tiempo. Es todo muy rápido y te apuran. Yo no me llevo muy bien con esos tiempos. El teatro en ese sentido, es mucho más contenedor. Es mucho más compañero de uno. Mayor tiempo para generar la armonía del trabajo. Estar ahí arriba en contacto directo con el público es innegable, no hay que explicarla.

Me sorprende la facilidad que tenés para llorar. Por ejemplo en Hablé con ella. Almodóvar elogió tu labor por ser el personaje que menos habla y el que más tiene que gestualizar. Tu actuación, a él le sorprendió.
Ha sido muy generoso. En la vida lloro más por la emoción que por el dolor. Me cuesta llorar por dolor. La música me emociona mucho, escucho mucho de todo, mucho jazz y mucha canción latinoamericana. Escucho el elogio del viento, por el dúo-salteño y no puedo no emocionarme ni llorar. El elogio de Leguizamón y Tejada Gómez es una belleza. Escucho a Víctor Heredia tocar “aquellos soldaditos de plomo” y lloro; Pablo Milanés; algunas cosas de Fito; Fandermole.

Darío y los premios

Cuando recibiste el EMMY en torno a los Derechos Humanos y las políticas de Estado, ¿qué sentiste?
Tenía ganas de poder decir eso. Con Cristina habíamos hablado bastante en las ruedas de prensa anteriores. Hablábamos de la importancia que ella sentía que tenía. Era algo que teníamos ganas de decir. Yo no hago 88-grandineti-nota-01televisión habitualmente, el motivo por el cual lo hice fue que me interesaba contar esa historia y me interesaba ponerle el cuerpo a la Ley de Medios. Esto también es una prueba de que la Ley de Medios es necesaria. La cantidad de nuevas productoras y actores y proyectos, tiene que ver con eso. No lo hicimos con otra cosa. Los sueldos que cobramos fueron menores, mucho más chicos. Es un capítulo, son presupuestos pequeños, si bien son créditos que se dan. Aquellos que dicen “la plata que se gasta en la televisión pública”, es mucho más chica de la que se gasta en la televisión abierta privada. Nadie lo puede negar, ni el más anti K. El único motivo por el que lo hice es porque quería hacerlo. Luego, viajé a Nueva York, pensé que era divertido ir. Ni a palos pensé que lo ganaba. Empezamos a formar parte de eso, nos preguntaban por el programa y empezamos hablar del asunto.

¿Por qué pensabas que no lo ganabas? ¿Por el  tema?
Porque no me cambia nada. Hay mucho de verso en todo. No sé ni por qué me lo dieron. Había un actor inglés… pensé que se lo daban a él. Me gustó estar ahí. Me gustó que me den un premio en Nueva York acerca de un tema en torno a la discriminación. Esto era en un hotel, me fui detrás del escenario y te hacían pasar, te hacían la foto, etc. El recorrido ese era por la cocina. En ese trayecto vi a todos los empleados, que eran todos latinos. Te preguntaban y les contestaba en español  y les contaba de qué se trataba el programa y se emocionaban. Ese fue mi gran premio: entendían que era de la discriminación. En Estados Unidos saben que existe, la han padecido o la padecerán. Eso fue lo más importante.

¿Qué es vivir? Wilde dice Mucha gente existe pero no vive, prefiero vivir que existir
Creo que vivo. He vivido, viviré. Me importan las cosas cotidianas, terrenales. Me gusta actuar. Podría vivir sin actuar. Se me cagan de risa, pero podría hacerlo. Podría ir a rascarme a Rosario.

Mini cuestianario de Bernard Pivot

 ¿Cuál es tu palabra favorita?
Jugar.

¿La que no te gusta para nada?
Miedo.

 Almodóvar dijo que te aburrís de vos mismo.
Es verdad. Me aburría de repetir las tomas tantas veces. Sentía que estaba, que ya lo había hecho.

¿En la vida sos así con todo? Jugar es no aburrirse.
En la vida no soy así con todo. El actuar es jugar a ser otro.

 ¿Cuál es el sonido que más te gusta?

La música.

¿Y el que no te gusta para nada?
Las bocinas

¿La mala palabra favorita?
La recalcada concha de tu madre.( lo dice y se ríe con ganas)

 ¿Qué otra profesión te hubiera gustado hacer si no fuera esta
Cantautor. Me gusta cantar, tengo oído musical. He hecho comedia musical. De chiquito en los actos cantaba.

¿La que nunca ejercerías?
Nunca sería buzo. Le tengo pánico al fondo del mar.

 ¿En qué sos medio lento?
Para tomar algunas decisiones, soy medio lento.

Dame un ejemplo
Se me mezcla con la obsesión, soy obsesivo. Se me complican algunas cosas, lento para algunas decisiones. Tardé 3 años en vender mi auto. Se me rompía y todos me decían que debía venderlo. De hecho no lo vendí, lo tengo en venta. Tengo otro. Tiene que ver con los tiempos de las grandes ciudades, me gusta tomarme mi tiempito para las cosas. Soy un poco lenteja… para algunas cosas, para otras no.

¿Cuál es tu lugar en el mundo?
Rosario y Las Rosas. Hay muchos  rosales allí, fue fundada por un inglés. La rosa es el símbolo de Inglaterra. El fundador se llamaba William Kemmis. Hay un club con su nombre del cual yo soy hincha además de haber jugado. Hay otro pueblo de por allí que se llama El Trébol, fundado por un irlandés en honor al símbolo de su país.

Fotografía: Juan Pablo Alcorta