50 años de penas de verano


50 años de penas de verano

¿Había algo más mientras Elvis cantaba su primer éxito? Claro que sí. Desde 1956 hasta que el Rey terminó el servicio militar el rock and roll vivió su época más prolífera y entre tantos astros de la música hubo alguien que sintetizó aquél nuevo género en apenas una canción.Eddie Cochran fue un adolescente blanco de jopo alto y engominado que con una guitarra al hombro lograba que las chicas gritasen, lo que demostró que no había que ser de Tupelo, Mississipi para hacerlo. Tenía un nuevo ritmo que se estaba formando gracias al choque cultural de la música negra y los ritmos tradicionalmente blancos. Su nombre verdadero era Edward Ray Cochrane pero cuando empezó a tocar en pequeños bares y hacer giras por pueblos de los Estados Unidos lo hacía con su amigo Hank Cochran y bajo el nombre de «The Cochran Brothers». Cuando tenía 17 años fue parte de la comedia musical “The girl can’t help it” que se estrenó en los cines en 1956. En el film interpretó el tema Twenty Flight Rock y compartió la pantalla con varios pesos pesados como Little Richard, The Platters, Fats Domino y el genial Gene Vincent y los Blue Caps. Luego vino una segunda película llamada Untamed Youth con la que consiguió su primer éxito musical; Sittin’ in the Balcony. Ya con nombre propio en la naciente y pujante industria musical Eddie estaba listo para dejarnos su legado más grande. La canción Summertime Blues. El título en castellano significa literalmente blues de verano. Aunque su ritmo es alegre y extremadamente pegajoso la palabra blues tiene una implicancia que no se puede pasar por alto. Además de ser el nombre de un género musical, blues expresa tristeza y depresión. De allí que de nombre a la música de los negros tal y como la aristocracia blanca la caracterizaba. La letra de Summertime Blues cuenta los infortunios de un adolescente que no consigue dinero para su coche y para colmo de males sus padres lo obligan a trabajar para poder salir a la noche con su novia. Finalmente, esta proyección del adolescente promedio de clase media decide tomarse vacaciones e ir a las Naciones Unidas y hablar con su representante quien le niega ayuda porque es muy joven para votar. Más allá de la pintoresca historia hay un mensaje y es en donde recobra valor el nombre Summertime Blues. Luego de 50 años una lírica de este tipo nos puede sonar trillada y hasta naif pero en aquél entonces no lo era. Eddie Cochran dejó constancia de las penas del mundo adolescente: la falta de respuesta de los adultos, el aislamiento social que puede implicar no tener dinero para salir y el pesimismo y nihilismo con el que los chicos de aquella época entendían a la conservadora sociedad de posguerra estadounidense. Hay que comprender que en aquellos años el modelo de sociedad norteamericano era de consumo: autos nuevos, heladeras, cocinas, televisores, todo era nuevo y lo que no lo era había que renovarlo. Terminó la guerra y la economía repuntó. Los bailes escolares volvieron a copar las agendas de los más jóvenes y estos nuevos ídolos del igualmente nuevo rock and roll hacían giras por todo el país. Entonces, los chicos y chicas quieren salir, ir a tomar una gaseosa, comer una hamburguesa y bailar. Pero todo eso cuesta plata. La plata era lo único que separaba a un teenager de su vida ideal. En un marco como un ritmo candente de guitarra, unas palmas constantes y una cadera movediza sumados a una letra que describa las miserias de depender del vil metal son los ingredientes ideales para crear un himno generacional, sin importar la década. Pero para que eso suceda la carrera de Eddie tendría que haber sido más larga. Continuando una triste tradición del rock –que por aquél entonces ya tenía varias víctimas-, a los 21 años, en 1960, Cochran murió. El auto en que viajaba chocó contra un poste. Gene Vincent estaba con él pero sobrevivío. Summertime Blues fue desempolvada por varias bandas, especialmente The Who. Joven, músico, imagen de rebelde, Cochran pasó al olvido para el común del escucha de rock and roll. Se han hecho comparaciones con la figura del rebelde sin causa de James Dean. Probablemente las viudas y viudos del rock and roll aún lloraban la muerte de Buddy Holly ocurrida un año antes. En 1987 llegó el reconocimiento que Cochran merecía; ingresó al Salón de la Fama del Rock and Roll.