Fiquito Yunqué: “Comunicar es medular para nuestro progreso como especie”


Fiquito e Ileana Cyrus Cabra… la Peje 13
Fiquito e Ileana Cyrus Cabra… la Peje 13

Medios Lentos viaja a Puerto Rico para presentar a Fiquito Yunqué, nuestro corresponsal boricua. Ingeniero, comentarista radial, productor, escritor – mayormente de ensayos humorísticos-, y cantautor frustrado. Se define como un “esclavo de la realidad”, y como “el primer autor y mantenedor de blogs que tuvo Puerto Rico, en 1995”. Su aporte, resulta fundamental para comprender una nación que vive bajo el peso de Estados Unidos. Su historia, a continuación…

¿Dónde naciste?
Nací en Mayagüez, una ciudad de apenas cien mil habitantes que es el eje poblacional del oeste de Puerto Rico. Es un lugar pintoresco, relativamente tranquilo, que se caracteriza por tener esta rara mezcla de creatividad vanguardista y mentalidad conservadora, a veces al extremo. Criarte allí te obliga a hacer dos cosas: ser creativo para no aburrirte, y a reaccionar contra esa mentalidad, pero sin hacer mucho aspaviento. No puedes contar mucho de lo que haces, por bueno que sea, porque la gente no te lo cree.

Mayagüez tiene fama de producir muchísimo talento, tanto en las artes como en las ciencias.  Muchas figuras internacionales han salido de allí: comediantes, músicos, cantantes, periodistas… hasta actrices porno. Por otro lado, la facultad de Ingeniería de la Universidad de Puerto Rico está allí; yo soy egresado reincidente de ella, con dos grados académicos, y fui profesor allí un tiempo.

Por tener esa facultad, Mayagüez tiene muchos residentes de otras partes del mundo: México, Polonia, India, Colombia, Perú, Argentina… Sin embargo, nuestra interacción con esa población cosmopolita no necesariamente define a la ciudad. Casi siempre el flujo de ideas es en la otra dirección, de Mayagüez hacia el resto del mundo. Nuestro compueblano más famoso fue Eugenio María de Hostos, un educador y abogado que ayudó a configurar las bases de los sistemas educativos de dos países: Chile y la República Dominicana. Está enterrado en el Panteón Nacional de Santo Domingo; así de importante fue su gestión. Es uno de los grandes incomprendidos de mi país.

Mi familia tiene raíces tan profundas en Mayagüez que, aún cuando mis abuelos paternos emigraron a Nueva York y mi padre nació allí, ellos regresaron poco después. En Mayagüez nací, me crié, me formé, me hice profesional e hice mi familia. Viví allí hasta graduarme de ingeniero, y luego me mudé a California, otro lugar que cambia irremediablemente la vida de cualquiera. Luego de vivir y trabajar allí tres años, en cierta multinacional que hoy día hace teléfonos y relojes, recorrí los Estados Unidos como nómade, por doce estados, de costa a costa. Llegué a la Florida, viví cuatro meses en Orlando… y la sobredosis de cultura estadounidense me motivó a regresar a Puerto Rico. Yo de gringo no tengo un pelo.

Desde que regresé, aparte de experimentar los rigores de la profesión de ingeniería –que puede llegar a deshumanizar a cualquiera- he trabajado como comentarista radial, productor y escritor, mayormente de ensayos humorísticos. La vena de escritor me llega por parte de mis abuelos: mi abuelo materno escribía poemas, y mi abuelo paterno tenía un sentido del humor bastante agudo y podía estar horas haciendo cuentos y relatos.

Soy además un cantautor frustrado y ando refinando mis intentos de hacer ruido, precisamente para comunicar. No he tenido nunca el valor de publicar nada, precisamente porque al lado de los buenísimos músicos que produce Puerto Rico, cualquiera que aspire a serlo se cohíbe. Quizá un día de estos hago como U2 y lanzo todo de gratis al ciberespacio.

Vivo en San Juan, puedo ser nómada por el mundo si no me queda de otra, pero no pierdo las esperanzas de regresar a Mayagüez a vivir. Como dice Rubén Blades, “todos vuelven.

¿Qué es para vos comunicar?
Comunicar es medular para nuestro progreso como especie – los humanos hemos logrado lo que hemos logrado, bueno o malo, porque nos comunicamos. Sin embargo, comunicar tiene múltiples propósitos: desde resolver tus necesidades existenciales básicas para sobrevivir (alimento, agua, protección) y apaciguar tu psiquis compartiendo anécdotas y experiencias con otros seres humanos, hasta influenciar a toda una población, editores mediante.

Quienes tenemos la oportunidad de escribir usualmente lo hacemos para influenciar a otros –y de nuevo, usualmente eso ocurre en una sola dirección. Realmente, a menos que conversemos, o  que participemos de medios verdaderamente interactivos, comunicar es usualmente un monólogo. Las redes sociales se han popularizado tanto hoy día porque pretenden abrir el canal de comunicación en ambas direcciones.

Hay quien escribe para deleitarse de erigir construcciones semánticas y líricas originales, y compartir esa expresión –su yo, o su yo fingido- con otras personas. No niego que parte de mi motivación para escribir es esa. Lo he hecho desde niño. Sin embargo, me considero más ciberactivista que periodista.

Eso sí, no dejo de ser un cronista. Cuando me toca reportar acontecimientos de forma seria, lo hago. La memoria colectiva suele beneficiarse de esas crónicas, por humildes que sean. Soy esclavo de la realidad, por eso a veces me cuesta escribir ficción, aunque en Latinoamérica la realidad supera con creces a la ficción.

Fui, seguramente, el primer autor y mantenedor de blogs que tuvo Puerto Rico, en 1995. No porque yo fuera mejor que nadie, sino porque tuve la oportunidad en el momento correcto, con las destrezas técnicas correctas: por mi trasfondo de sistemas de información tenía el conocimiento técnico para publicar un blog, cuando aún no existían las plataformas de edición. El no tener editor ni censura para publicar fue muy liberador. Me leían hasta congresistas en Washington… uno de ellos me llamaba al menos una vez al mes.

Estar tan envuelto en Internet me llevó a la radio. Colaboré en la producción de un programa de noticias durante cuatro años: investigaba muchas –una que otra escandalosa,- comentaba algunas, satirizaba otras. Años más tarde me tocó editar un portal educativo del gobierno de Puerto Rico con muy pocos recursos: yo producía multimedios, gráficas, redactaba, hacía entrevistas, transcribía, investigaba, hacía publicidad… Como dicen en España, “daba misa y tocaba las campanas.”

Luego de eso, escribí una columna humorística semanal en Claridad, el semanario boricua de izquierda, durante dos años. Se titulaba como se titula mi actual blog: “Me Mudo a La Esquizofrenia.” La frase es de la invención de una psicóloga amiga mía y es, hasta cierto punto, definitoria para nosotros los puertorriqueños. Siempre tenemos esta desgracia de que otros nos definan; si no nos definen, nos obligan a ser lo que no somos con tal de sobrevivir. Y como último recurso, nos mudamos a la transculturación… usualmente alguna ciudad plástica de los Estados Hundidos, como Orlando.

Me Mudo” me ha traído hasta aquí. En las redes sociales, gente de más de catorce países me seguían, antes de escribir para Medios Lentos. Hoy día me leen miles de personas más gracias a ustedes.

¿Qué papel juegan los medios de comunicación en la sociedad? ¿Y en las decisiones políticas?
El ser humano, sobre todo hoy día, se ha vuelto escéptico. Quiere que le impresionen, le convenzan, con pocas palabras o imágenes, y con una contundencia terrible. Al mismo tiempo, el humano promedio tiende a ser muy acostumbrado a la rutina y la costumbre. Tiende a seguir a la masa. No quiere ser muy arriesgado a la hora de decidir… o a veces de pensar. Quizá su vida diaria limite su participación como actor de la sociedad, por pura necesidad. Por tanto, muchas veces quiere todo digerido y sintetizado.

Eso sí, los humanos queremos también que se valide diariamente nuestra condición humana. No queremos andar totalmente abstraídos del mundo. Si leemos, escuchamos, o vemos para distraernos, así queramos remontarnos a universos paralelos, queremos regresar a la base. Queremos ver parte de nuestra humanidad –nuestras virtudes, nuestros defectos- plasmada en lo que se nos comunica.

Los medios de comunicación masivos tienden a ser dirigidos por grandes corporaciones, cuyo interés primordial es vender publicidad, no necesariamente comunicar. En los Estados Unidos seis corporaciones controlan la mayoría de esos medios. En Puerto Rico hay cinco diarios en papel, y tres  son de la misma familia. Las líneas editoriales usualmente son coyunturales y no medulares, y siempre hay algún grado de demagogia envuelta: darle al pueblo lo que el pueblo “quiere”. Usualmente esos medios reparten información usando esos factores que mencioné.

Pero hoy día, también son los tiempos en que cualquiera puede escribir y publicar: así sean falsedades, así sean cosas puramente lúdicas, así sea lanzarse un cubo de agua con hielo por la cabeza. La cantidad de contenido que producen los ciudadanos comunes es abrumadora. Por tanto, algunas de esas mismas corporaciones buscan distraer a la masa con ese mismo tipo de viñetas. Esa visión de la información como entretenimiento es muy peligrosa. Por ejemplo, las nalgas de mi compatriota Jennifer López hicieron primera plana el pasado 11 de septiembre en uno de nuestros diarios. La decisión editorial –y la fecha- son harto elocuentes.

Parte del desencanto de la gente con los procesos políticos en las llamadas “democracias” es, precisamente, por la influencia de los medios de comunicación sobre la masa. Quien tenga más acceso a los medios tiene usualmente impone su agenda. No sé cómo es el caso en Argentina, pero en los Estados Unidos y sus vulgares colonias, aparte de que el candidato político se mercadea como quien vende un jabón, buena parte del juego político consiste en vender al oponente como incapaz, al propio como todopoderoso, a la propuesta política como curalotodo, y a las obras propias como dignas de genio. Cuando el político no logra hacerlo a través de la publicidad, trata de hacerlo usando relacionistas públicos para diseñar campañas virales falsas, o pagarle a ciudadanos sin un centavo encima a llamar a programas de opinión pública en las emisoras de radio para repetir libretos. Algunos se hacen amigos de periodistas que, cuando son imparciales, están obligados a usar al político como fuente de noticias, y cuando no lo son, le hacen las relaciones públicas, con tal de rellenar espacios en sus medios.

Si usted es responsable por un medio de comunicación, no puede desprenderse de principios éticos con tal de hacer un billete. No puede pretender que sus subalternos sean meros peones de la corporación que usted dirige, sin criterio propio.

Afortunadamente, las redes sociales están redefiniendo el proceso político, en algunos países más que otros, siempre y cuando no medie la censura. Yo he logrado cosas como ciberactivista que jamás imaginé lograr como ciudadano común. Junté a muchos como yo, y mientras no nos limitemos a usar las redes sociales como válvula de escape a nuestras frustraciones colectivas, podemos lograr cambios trascendentales en nuestras poblaciones.

Mi deseo sería que la gente sea suspicaz y que aprenda a cernir el grano de la paja de lo mucho que recibe de los medios de comunicación, bueno o malo. Eso solamente se logra con una educación colectiva que enseñe al ciudadano a pensar, y no a seguir ciegamente.

¿Cómo es el periodismo en Puerto Rico?
Personalmente lo veo como una meritocracia Darwiniana, con sus desaciertos. Hay unos pocos monstruos sagrados de la profesión -algunos de ellos autodidactas de toda una vida- y son buenísimos, de clase mundial. Lamentablemente, son los menos. Casi todos trabajaron en un medio desde abajo, hasta labrarse un nombre, a fuerza de trabajo muy duro. Algunos estuvieron exilados alguna vez, por razones políticas.

Luego están las “caras,” los reconocibles. Algunos son buenísimos, otros son meros manipuladores profesionales de la opinión pública, pero todos se han tomado su tiempo para llegar hasta donde han llegado. Llegó un momento en décadas recientes en que cualquiera con las credenciales y conexiones perfectas tenía audiencia instantánea. En Puerto Rico, el presumir de un  título universitario y el usar el nepotismo o las membresías a círculos intelectuales son responsables de robarle espacio y tiempo en los medios a gente que pudiera contribuir más constructivamente al país. Sin embargo, nuestro mercado es tan pequeño que la sobreexposición suele ser un factor. Así que, incluso cuando eres bueno, puedes “quemarte” muy fácilmente.

Finalmente, están los soldados de fila. Esos la tienen peor. Cuando pocas entidades controlan tus habichuelas, como decimos en Puerto Rico, cuando tu subsistencia depende de una de un puñado de compañías, tú tiendes a plegarte a la línea editorial de tu medio. Si el medio pasa penurias económicas, o no defiende tu pluma, adiós periodismo.

Últimamente veo poco interés de muchos de los periodistas de nuevo cuño en formar su cultura, antes de sentarse frente a un teclado o hablar para una cámara. A los que sí lo tienen se les nota, esos eventualmente llegan al horario estelar. Pero el mercado se está contrayendo y muchos compañeros han terminado alejándose de la profesión, o del país, o ambas. Mucho periodista boricua ha estudiado leyes, cosa que me sorprende.

Otro problema que tenemos es que Puerto Rico es considerado parte de Estados Unidos para efectos de los medios de prensa latinoamericanos y considerado parte de Latinoamérica para los medios estadounidenses. Por tanto, casi no se nos oye, ni se nos escucha, fuera del archipiélago boricua. Medios Lentos es de los pocos que nos cubre bien. TeleSur podría lograr mucho más, pero lo hace ocasionalmente.

¿Por qué estás en Medios Lentos?
Llegué de la mano de Gonzalo Larenas Crichton, mi contraparte chileno en la sección De Allá. Tenemos un conocido mutuo, un paisano mío que ahora vive entre ustedes: el Residente de Calle 13. Mi nombre ha sido asociado al de Calle 13 desde un principio porque cuando escribía para Claridad, el semanario independentista boricua, casi todas mis columnas tenían como título frases sacadas de las letras de René. René me ha inspirado muchísimo.

Fiquito Yunqué y Gonzalo Larenas Crichton
Fiquito Yunqué y Gonzalo Larenas Crichton

La historia cuenta que René conoció a Gonzalo en Chile luego de lanzar un trino en Twitter. René andaba  buscando a alguien que le diera transportación hasta el sur de Chile para un recital, y estaba dispuesto a pagarle el combustible –típico René. Gonzalo se aventuró a llevarle y de regreso, le ofreció albergue en su casa un tiempo, entre etapas de uno de sus tours. La gente no sabe que cerca del treinta por ciento de la letra de Latinoamérica se escribió en casa de Gonzalo, particularmente esa línea que dice “…con los mejores atardeceres.” El balcón de la casa de Gonzalo de entonces daba hacia el Océano Pacífico.

Yo quería visitar Chile desde hacía mucho tiempo y la producción de Calle 13 me recomendó contactar a Gonzalo cuando lo hiciera. Nos encontramos en Viña del Mar y Gonzalo me contó de sus múltiples proyectos como escritor. Uno de ellos es Medios Lentos… y me recomendó. Ha sido una de las cosas más afortunadas que he experimentado.

Medios Lentos me da la libertad que no he tenido en ninguno de los medios de prensa moderados  en los que he participado: tres semanarios, cuatro programas de radio, y tres mensuarios. Nunca me han cuestionado nada. Al mismo tiempo, escribir para Medios Lentos me permite hablar del lugar en el mundo que le debiera corresponder a mi país, Puerto Rico. Tenemos mucho más que aportar al mundo que cantantes, músicos y reinas de belleza. Muchísimo más. Vivimos en la guardarraya de dos culturas, dos regiones de las cuales una debiera aprender de la otra y viceversa. Puedo comentar sobre los disparates que hacen los Estados Unidos, porque viví allí y tengo que soportar su influencia sobre los boricuas a diario. También aprecio la oportunidad de hablar de los temas que conozco: política, tecnología, cultura popular, relaciones entre culturas, sexología, música…

Lo único que me limita al escribir acá es, curiosamente, lo amplio de su audiencia: mi humor no se traduce fácil al argento. El humor tiende a ser muy localista. Además, como evidencia la proliferación de reggaetoneros boricuas en Sudamérica, hay quien toma el español boricua como digno de alienígenas. Pero, pues, lo mismo dijimos alguna vez los boricuas cuando escuchábamos tangos en lunfardo. Si tuviéramos intercambios más frecuentes, a lo mejor eso no sería un problema.

Cuestionario de Bernard Pivot

¿Qué sonido te gusta más?
Prefiero, más que nada, el silencio; tengo fama de andar con tapones para los oídos a todas partes. Si tengo que escuchar algo, me gusta la música atmosférica suave, de sintetizadores, de esa Que causa narcolepsia de nada más oírla.

¿Cuál es el sonido que no te gusta para nada?
El llanto de cualquier niño. Me causa angustia, incluso físicamente.

97-fiquito3-nota¿Cuál es tu palabra favorita?
Creo que “auténtico.” Era la palabra favorita de George Carlin, el humorista radical estadounidense. Tuve la suerte de verle en persona una vez en California. Carlin me ha influenciado muchísimo. Fue hombre de radio alguna vez, como yo.

¿Cuál es la palabra que no te gusta para nada?
Loco. Si tuviera un peso por cada vez que me lo han dicho sería multimillonario.

¿Cuál es tu mala palabra favorita?
El grito de guerra puertorriqueño por excelencia: “¡PUÑETA!”

¿Cuál otra profesión tendrías?
Músico o profesor.

¿Crees en Dios?
Quiero creer.

¿Qué pensás que te diría cuando llegues al cielo?
“Hijo… esto todo ha sido una broma…”

¿En qué sos medio lento?
Mi mente funciona a alta velocidad, pero precisamente por eso tengo fama de comenzar quinientas cosas y no terminar ninguna. Comencé a construir una guitarra eléctrica en mi adolescencia que no he terminado; tengo 180 columnas escritas que quiero reducir a un libro y actualizar. Tengo escritas letra y música como para dos álbumes. Mis procesos de crecimiento son orgánicos y graduales. Medio lentos, desde luego.

Edición: Maximiliano de MIngo