Por una sola certeza…


manos adentro, manos afuera

“La incertidumbre es la única certidumbre que existe” John A. Paulos

Niels Bohr fue un hombre destacado en Física por sus descubrimientos, y se lo considera una de las figuras claves de la ciencia del siglo XX. Sin embargo, más allá de sus contribuciones a la física cuántica, este científico fue famoso por su posición debatida en el marco de la creación de la bomba atómica y posteriormente sobre el desarme nuclear.

Inventó el principio de complementariedad, que postula que dos elementos pueden ser estudiados separadamente y analizados a pesar de tener propiedades contradictorias. Bohr llevó a un plano filosófico este principio, algo que lo hizo enfrentarse en un famoso debate con otro de los grandes científicos del siglo XX, Albert Einstein respecto a la validez de la Teoría de la Relatividad fundada por éste último.

En este debate Einstein sostenía que el universo material era local y real, pues nada puede superar la velocidad de la luz y todo existe en un tiempo y espacio determinados. Por su parte Niels Bohr, basado en el principio de complementariedad, sostenía que lo que experimenta un electrón en un lugar del universo también lo experimenta otro electrón en una posición totalmente diferente, y ello puede ser comparado y analizado.

El hombre ha hecho de todo por descubrir una sola certeza, ha dado la vida, o la ha vendido …y siempre resultó que fue el tiempo el que dijo sí, al final le valió lo vivido. Y compartir esa experiencia quiza lo haría inmortal.

Y resulta que cada acción tiene una reacción, hasta la quietud. El entender el universo como un todo y comprenderlo, a su vez, como partes que interactúan unas con otras, me lleva al filósofo y pensador Zygmunt Bauman, quien inventó el concepto de Modernidad Líquida como categoría sociológica.

La metáfora de la liquidez –propuesta por Bauman– intenta dar cuenta de “ la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista y privatizada, marcada por el carácter transitorio y volátil de sus relaciones. El amor se hace flotante, sin responsabilidad hacia el otro, se reduce al vínculo sin rostro que ofrece la Web. Surfeamos en las olas de una sociedad líquida siempre cambiante, incierta y cada vez más imprevisible, es la decadencia del Estado de Bienestar. La modernidad líquida es un tiempo sin certezas, donde los hombres que lucharon durante la Ilustración por poder obtener libertades civiles y deshacerse de la tradición, se encuentran ahora con la obligación de ser libres asumiendo los miedos y angustias existenciales que tal libertad comporta; la cultura laboral de la flexibilidad arruina la previsión de futuro”.

El hombre que bautizó este siglo como el tiempo de incertidumbre y que lo llamó modernidad líquida comenta que la humanidad ha olvidado el deseo universal más importante que es alcanzar la felicidad: “Generamos una especie de sentido de la culpabilidad que nos lo impide”.

Sin duda Bord y Bauman hubiesen sido amigos.

En ocasiones la física y la filosofía de la complementariedad parecían solaparse con teorías artísticas.

Según el escritor de temas científicos KC Boile, Bohr “era conocido por su fascinación por el cubismo, especialmente por el hecho de que un objeto pudiera ser muchas cosas, y cambiar, interpretarse como una cara, una extremidad, una fuente de fruta”, tal y como explicó después un amigo suyo. Borh desarrolló su teoría de la complementariedad, que mostraba el modo en que un electrón podía cambiar, interpretarse como una onda, una partícula. La complementariedad, al igual que el cubismo, permitía la coexistencia de perspectivas contradictorias en un mismo marco.

Bohr creía que no había que observar el mundo subatómico desde nuestra perspectiva cotidiana, por lo que escribió: “el propósito de nuestra descripción de la naturaleza no consiste en desvelar la esencia auténtica de los fenómenos, sino en rastrear, hasta donde sea posible, las relaciones entre múltiples aspectos de la experiencia”.

Y aquí coincide con el ganador del príncipe de Asturias 2010, a quien no le gusta el papel que juegan los teléfonos móviles ni las redes sociales por sus intervenciones en la vida laboral y tampoco el que suplantan, en su opinión, en las relaciones personales. Se acuerda de Mark Zuckerberg, que ideó la red Facebook para ser un chico popular. “Claramente ha encontrado una mina de oro, pero el oro que él buscaba era otro: quería tener amigos” comentó y agregó: “Todo es más fácil en la vida virtual, pero hemos perdido el arte de las relaciones sociales y la amistad, las pandillas de amigos o las comunidades de vecinos no te aceptan porque sí, pero ser miembro de un grupo en Facebook es facilísimo. Puedes tener más de 500 contactos sin moverte de casa, le das a un botón y ya”.

Experimentar es escuchar también las vivencias del otro, ese otro que bien podría ser yo en otras circunstancias, no tenerle miedo a pensar y saber esperar para no adelantar estupideces evitables.

En 1963 el físico John Wheeler expresó la importancia del principio de complementariedad de Bohr, porque es el concepto científico más revolucionario del siglo XXI y el núcleo de cincuenta años de búsqueda del significado global de la idea cuántica.

Los físicos, los filósofos están en busca de una respuesta, de algo certero, y lo certero lo da la propia experiencia, y el poder compartirla con los demás. No hay peor pérdida de tiempo que gastarlo en lo evitable. Y tenemos que salir porque estamos necesitados de revolucionarios competentes, que estén a la altura de las circunstancias, que se pregunten y nos pregunten, que acepten que somos un todo y que por suerte las piezas no siempre parecen igual.

Gracias por el tiempo.
¡Que disfruten de la partida!
Feliz 2014

Ilustración: Belén Serra Delmar