30 años más tarde


Allá por 1983, Alí Primera, mítico trovador Venezolano, se propuso realizar lo que fue el primer Festival de la canción Bolivariana en Venezuela. La cita, organizada por los propios artistas, contó con la participación de diversos músicos de la talla de Lilia Vera, Gloria Martín, Alí Primera, Grupo Ahora, y Los Guaraguaos. La fecha no era casual. Ese año se cumplían 200 años del nacimiento de Simón Bolívar y estos creadores se proponían a través de la música rescatar el valor y el legado del Libertador.

Con una participación popular que solo contaba con el boca en boca, que además se veía amenazada por la censura y las represiones, los pronósticos de asistencia eran reservados. Sin embargo, más de diez mil personas se dieron cita en las sedes y constituyeron colectivamente un hito de la canción combativa Latinoamericana.

88-bellas-artes-notaTreinta años después
Caracas, año 2013 y un grupo de artistas autodenominados “Creadores militantes” deciden rendir homenaje a esta gesta histórica, empujados por la vigencia de la necesidad de construir una corriente de artistas militantes de Latinoamérica. En ese marco se planteó el “Segundo Festival de la canción Bolivariana” que tuvo cita en Venezuela, en los estados de Sucre, Tachira, Portuguesa, Zulia, Aragua y Caracas, entre el 13 y el 22 de octubre pasados. Quién escribe, tuvo la oportunidad de asistir al tamaño evento, como parte de la delegación de Las Manos de Filippi, una de las bandas convocadas a la cita.

Esta vez, los artistas que concurrirían serían de toda Latinoamérica y se incluía en la nómina al País Vasco, junto con delegaciones de Argentina, Honduras, Salvador, Perú, Bolivia, Nicaragua y Paraguay, Chile, Uruguay, Colombia, Ecuador y Puerto Rico.

El formato
Las delegaciones artísticas tuvieron cita musical y asamblearia. De esta manera, se sucedieron tanto en los estados sedes, como en la plenaria final en Caracas, diversos debates que produjeron una politización de los asistentes generando varias polémicas alrededor del rol del arte, del artista y de la música en la gesta popular  de nuestros pueblos.

Los debates
El debate no tuvo grandes matices en cuanto a polémicas políticas. El motivo principal, el acierto de los convocantes al salvaguardar la independencia de gobiernos y patronales del evento. Desde la organización no se apuntó a un subordinamiento político del festival detrás de estados o gobiernos. Eso dotó al festival de una lógica de comunión entre pueblos y no lo puso al servicio de los estados. Un merito para destacar fue el que hizo del Festival un ente con vida propia, al punto de que las propuesta realizadas desde Las Manos de Filippi (una de las tres bandas Argentinas que asistieron a la convocatoria) fue la de destacar la necesidad de “Un artista independiente del estado y las patronales”. Y esto fue muy bien recibido por todos los asistentes.

Otra de las cuestiones a destacar que se debatieron, tuvo que ver con la posición de algunos artistas de emprender una cruzada contra la música “Machista” o en una medida más drástica con el Reggaeton como género.

En contraposición con esta posición, se desarrollo el concepto de “La libertad absoluta para crear”. En la plenaria final planteamos desde Las Manos de filippi, el concepto del “arte como un espejo social”, que enseña a entender qué ocurre y que la prohibición o la condena a cualquier artista por un estilo o contenido no resulta positiva para la libertad de creación, esencia fundamental de los artistas. Romper ese espejo coarta la libertad de mirar lo que somos. La promoción de los valores contrarios a una transformación social o promotoras del valor, tendientes a sostener el Statu quo, deben ser erradicadas mediante la transformación de la sociedad y nunca censurando moralmente a un artista.

El cierre
Luego de cinco conciertos descentralizados en las sub sedes del Festival, se realizó una plenaria final en Caracas y al día siguiente, en esa misma sede, un concierto de cierre donde participaron más de ochenta bandas, tocando durante nueve horas en dos tarimas ubicadas en un espacio de cien metros. La primera, en el “Nuevo Circo de Caracas”, espacio recientemente recuperado y administrado por el colectivo de artistas convocados al evento y otra afuera de ese espacio, sobre la Avenida Bolívar, que supo ser escenario de los más multitudinarios discursos de Hugo Chávez.

El Festival resultó un esfuerzo válido de un colectivo que busca desarrollar una corriente Latinoamericana de artistas comprometidos. Es algo necesario y va de la mano del desarrollo de los movimientos populares Latinomericanos. Quizá ese es el aspecto a saldar hacia delante: La presencia de luchas estudiantiles, campesinas o trabajadoras. Faltaron quizá esas voces en el Festival. Que sacudan la cabeza de los artistas con problemas cotidianos. Solo de esa manera y con ese vínculo puede sacudirse la cabeza de un creador, hasta que pueda transmitir el sentimiento autentico de un pueblo. Más allá de lo combativo de su letra. Ya lo dijo Alí Primera: “Hasta el bolero habla de lo que nos pasa”.